Ella es una de las actrices más reconocidas de su generación en Hollywood. En su extensa carrera interpretó papeles diversos y muy diferentes entre sí. Scarlett Johansson fue protagonista de películas de Woody Allen o superheroína de cómic en la saga Avengers, entre tantas otras. En esa larga lista de películas está también Her de 2013. Fue en esa producción en la que prestó su voz para darle vida a una asistente virtual artificial que desde las charlas en línea enamoraba al protagonista que interpretaba Joaquin Phoenix. Y aunque en aquel momento la trama parecía fantasiosa y futurista, en estos días no parece tan lejana. Fue justamente la seducción que logró desde ese rol de voz lo que de manera indirecta hizo que en las últimas semanas Johansson aparezca en la prensa por un tema legal y no artístico.
Porque fue el mismo Sam Altman, CEO de la compañía OpenAI que creó el motor de IA ChatGPT, quien declaró ser fanático de la película Her y de aquella asistente virtual a la que Scarlett le prestaba la voz. Y fue esa empresa la que intentó contratar a la actriz para ser la voz de su nuevo chatbot, Sky. Propuesta que Johannsson rechazó.
¿Por qué una actriz reconocida y famosa a nivel mundial querría convertirse en una voz artificial que no envejece, para decir cualquier cosa en el marco de relaciones con millones de usuarios, y que puede extenderse en el tiempo más allá de lo pensado? La respuesta era lógica.
Todos contestaríamos como Scarlett, si estuviera en nuestras manos. Porque en el actual escenario todos podemos de una u otra manera llegar a ser fuente de datos e información para un motor de inteligencia artificial que reconstruye conocimientos e imágenes, a partir de lo ya existente. En ese recorrido aquello que es nuestra obra podría ser utilizado para conformar nuevas piezas desarrolladas por la inteligencia artificial generativa, y sin que el dueño se entere. O incluso podríamos ser fácilmente clonados en audio o video para hacernos decir o hacer cualquier cosa.
Pero todo no terminó con el rechazo. Finalmente y pese a la negativa, la empresa lanzó un chat virtual con una voz muy similar a la de la actriz. Y Scarlet llamó a sus abogados. Y la historia se puso interesante. Incluso más que la de aquella película Her,
Algunos puntos de la saga Scarlett vs OpenAI
Johansson acusa a OpenAI de introducir una función de voz en el chatbot que suena demasiado similar a la suya, a pesar de haber rechazado una oferta de la compañía para prestar su voz con ese propósito en septiembre de 2023.
La actriz había hecho público su malestar por como sonaba la asistente de voz de inteligencia artificial de OpenAI. La empresa, tras la controversia, desactivó la voz Sky y afirma que nunca tuvo la intención de que se pareciera a la voz de Johansson. Sin embargo, el caso pone en discusión el entrenamiento de motores de IA sin el permiso explícito de autores, editores y artistas.
El caso parece inclinarse a favor de la actriz, ya que se ha revelado que OpenAI realizó múltiples intentos por contratar a Johansson para este proyecto. Además Sam Altman publicó un tuit haciendo referencia a la película Her.
No solo Johansson ha criticado a OpenAI, sino que otros creadores, como escritores y artistas musicales, también han señalado el uso no autorizado de su trabajo para entrenar modelos de inteligencia artificial. La empresa se enfrenta a problemas legales en diferentes frentes, que incluyen demandas de escritores y del diario The New York Times, que alegan el uso no autorizado de su contenido en los modelos de IA. Incluso la empresa de música Sony Music ha advertido a OpenAI sobre el uso no autorizado de artistas para entrenar modelos de IA.
En respuesta a las críticas, OpenAI ha firmado acuerdos de licencia con algunas plataformas y medios de comunicación, pero el mundo está lleno de creadores que pueden sentirse afectados.
En el caso de Johansson, la demanda podrá alegar que afectó su derecho a la intimidad, derechos de autor y derechos a la publicidad personal. Expertos legales señalan que el caso de Johansson expone la necesidad de establecer leyes más claras que regulen el uso de la voz, la imagen y otra información personal o identificable. Y a su vez deja en claro los riesgos que existen frente a la clonación de voz con inteligencia artificial.
Los avances tecnológicos que permiten replicar características de la voz con facilidad han exacerbado el problema de la suplantación de identidad. Cualquier persona podría ser objeto de aquellos que intenten clonar su voz utilizando IA, no solo figuras públicas. Esto se evidencia en muchos países con la proliferación de estafas telefónicas con IA que clonan la voz de las personas.
En cuanto al caso de Johansson contra OpenAI, según muchos juristas la actriz parece tener un "caso bastante sólido" para avanzar en los tribunales y ganar mucha plata.
Mientras tanto, queda claro que todos podemos ser clonados o plagiados por la inteligencia artificial. Y aunque Scarlett pueda ganar el caso, no todos somos Scarlett, y la inteligencia artificial avanza sin parar. Nos vemos más adelante. En persona o clonados en una pantalla.