La Política

Aunque parezca mentira, la irrupción del coronavirus en la Argentina ha generado, para el gobierno, dos buenas noticias. La primera: el presidente, con una breve pero efectiva cadena nacional, retomó la iniciativa política y el manejo de la agenda. Después de lo que se percibió como una cierta subestimación de la pandemia, la decisión de “preservar” al ministro Ginés González García y permitir que la secretaria de acceso a la salud y médica infectóloga, Carla Vizzoti, comunicara las decisiones oficiales, se puede considerar un cambio sobre la marcha, pero en el buen sentido.

Hace tres días que Alberto Fernández no habla. Y quienes recibimos información política, más allá de lo que publican los medios, nos hacemos dos preguntas urgentes. La primera: ¿Cristina y sus muchachos están limando a Alberto Fernández? Y la segunda: ¿Cristina lo está cristinizando, radicalizando, empujando a pelearse con el campo, con los jueces y fiscales, con los medios y los periodistas que no se someten a los caprichos de la expresidenta?

A veces, lo que no se nombra tiene más relevancia que lo que se hace explícito. Así sonó que el Presidente no mencionara ni una sola vez, ayer, a Cristina Fernández, la dirigente que lo ungió en el cargo, a pesar de que la tenía al lado.

(Columna publicada en Diario La Nación) ¿Qué tipo de Presidente es Alberto Fernández? Veintidós días de gestión es poco tiempo -incluidos los fines de semana, y las fiestas de navidad y Año Nuevo- para responder semejante pregunta con certeza. Sabemos que se empezó a probar “el traje” de “Presidente” días antes de mayo de 2019, cuando Cristina Fernández lo ungió, de manera sorpresiva, como candidato. ¿Será verdad que llegó a aquella reunión pensando en pedirle a Cristina “apenas” la embajada de España?

(Columna publicada en Diario El Cronista) Alberto Fernández está exultante. No pudo haber imaginado un arranque mejor. Y encima, con una impronta idéntica a lo que se imaginaba: un inicio casi calcado al de su maestro y amigo Néstor Kirchner. El Presidente, cuando me recibió el domingo pasado, ya sabía que los mercados habían reaccionado bien a su potente paquete de medidas económicas. Y estaba muy ansioso por destacarlo.

A veces me parece que la historia reciente de la Argentina es como una pesadilla interminable donde todo vuelve a empezar. Apenas estalló la crisis de diciembre de 2001, junto con la organización Poder Ciudadano, impulsamos una iniciativa popular para derogar las jubilaciones de privilegio. Hicimos un trabajo ciclópeo. De un esfuerzo inconmensurable. Constante. Todos los días, de 6 a 9 de la mañana, desde La Cornisa Radio, en RadioShow, la emisora de Marcelo Tinelli, convocábamos a la audiencia para firmar las planillas que incluían un reclamo explícito al parlamento para que transformara en ley de eliminación de las jubilaciones de privilegio.

(Columna publicada en Diario El Cronista) En la Argentina, donde las leyes no se cumplen y las instituciones y la autoridad están todo el tiempo en cuestión, el temperamento del presidente de turno termina siendo determinante. Mauricio Macri, el presidente que se fue, en el ejercicio de la presidencia, y es, todavía, y en esencia, una persona terca.

(Columna publicada en Diario La Nación) A Eduardo Duhalde le atribuyen haber perdido el denominado “freno inhibitorio”. En especial, cuando hace declaraciones públicas. Alejado del día a día, el ex presidente se autopercibe “más allá del bien y del mal”. Por eso se da el lujo, en éste presente de incertidumbre, de jugar con los peores fantasmas. De hecho, hace un par de días, sin ponerse colorado, sin repetir y sin soplar, lanzó por radio, la siguiente admonición: “Si Cristina y Alberto se pelean, se acabó. Esto termina mal”. ¿En que estaba pensando Duhalde cuando planteó semejante escenario de catástrofe? ¿Sabe algo que el resto de los mortales ignoramos?

(Columna presentada por Luis Majul en el programa 4Días) A días del trapaso presidencial, Alberto Fernández me confesó que ya tiene a su ministro de Economía. No lo está pensando, sino que ya lo decidió. Y que esa persona ya lo sabe. En esa charla me dijo que "cualquiera que suponga que estoy improvisando, se va a llevar una gran sorpresa".

(Columna publicada en Diario El Cronista) El fin de semana que pasó, Alberto Fernández, presidente electo y proclamado, descansó un poco. Se lo recomendaban tanto sus amigos más íntimos como el médico que lo atiende y lo controla. Entonces, con la agenda más despejada, se le vinieron a la cabeza imágenes de su último viaje a México. Recordó, con intensidad, un consejo reciente que le dio el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en el encuentro que mantuvieron ambos. Un consejo que apenas cuenta con siete palabras y dice. "Alberto: no te pelees con los gringos".