(publicado el 26 de mayo en El Observador) Nicolás Posse dejará de ser el jefe de gabinete una vez terminado el capítulo de la ley Bases. Para que se entienda bien:Posse, ya está fuera del gobierno.Yel que no lo quiere más es Milei. Lo terminó de confirmar hoy mismo una altísima fuente, muy cercana al presidente.

El jueves, el propio Milei, quien no suele mentir, ni ocultar lo que piensa habló de la situación de Posse: “¿Posee se va?”, fue la pregunta. "La situación de Posse es la misma que la que tiene todo el gabinete. Todo el gabinete queda bajo análisis todo el gabinete. No Posse solo”, contestó el mandatario.

La declaración del jefe de Estado todavía está teniendo un fuerte impacto. Dentro y fuera del gobierno. Por eso hoy una fuente muy segura, que anticipó cómo evalúa Milei a cada uno de los ministros de su gabinete, respondió, corto, y directo: “El presidente piensa que 7 de los 8 ministros están haciendo un gran
trabajo”.

¿Quién sería el único que no, más allá de la situación de Posse? De acuerdo a la misma fuente, Mariano Cúneo Libarona, de quién el propio Milei desconfía. ¿Por qué? "Por algunas decisiones que tomó. Y por otras decisiones que no ejecutó”, contestó la fuente.

Otra pregunta es: “¿Por qué el presidente le bajó el pulgar a Posse?”. Y la respuesta fue simple: "Por una acumulación de “errores” y “quejas”. Uno de los errores tiene que ver con la tardanza en “ejecutar”.

Ejemplo: el pedido de renuncia de entonces ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro. “Se tomó casi una semana para echarlo, después del anuncio oficial, y eso es inadmisible”, explicó la fuente.

Asimismo, su demora en ejecutar habría generado “cuellos de botella” en casi todos los ministerios. De hecho, Milei puso el grito en el cielo cuando le confirmaron que Posse todavía no había reemplazado a un 63 por ciento de altos funcionarios que venían de gobiernos anteriores. En especial, los nombrados durante la última gestión de Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa.

Por otro lado, dos ministros distintos le aseguraron a Milei que tenían “la fuerte sospecha” de que Posse los mandaba a espiar. Y, además, la “fobia” de Posse contra los “amarillos del PRO ” hizo tensar la relación de Milei con Mauricio Macri, y le provocó un gran malestar político al presidente. En efecto, Macri, cada vez que hablaba en persona con Milei, se quejaba del destrato que recibía de Posse. Hasta que no hace mucho, el ex presidente, le preguntó: “Javier: Decime la verdad ¿es Posse o sos vos el que considerás que ninguno de los nombres que te propongo son aptos para trabajar en el gobierno?

Esa última pregunta, a Milei, lo sacó de quicio. Porque ya le había pedido más de una vez al jefe de gabinete que prestara especial atención a “los pedidos” de Macri. Para colmo, no hace mucho, Milei recibió un informe sobre las designaciones de Posse. Entonces, después de leerlo, hizo la siguiente pregunta, en voz alta, delante de otro ministro: “¿Cómo puede ser que Nicolás no acepte la incorporación ni de un solo funcionario que nos propone Mauricio y al mismo tiempo se designe gente cercana a Massa, o a Martín Lousteau?”

Junto a la salida de Posse, Milei reveló que se incorporaría al gabinete Federico Sturzenegger. ¿Pero a quién tiene Milei in pectore para reemplazar a Posse? Todavía no se lo dijo a nadie. No sería a Guillermo Francos, a quien Milei ve como un hombre clave para seguir en el ministerio del Interior, por su capacidad de diálogo. Tampoco lo ve a Lule Menem. Y no piensa para este cargo en Patricia Bulrich, a quien el presidente considera una pieza irreemplazable
en seguridad, uno de los pocos temas que sigue día a día, más allá de la economía. Sin embargo, está analizando “varios escenarios”. En algunos de ellos, contempla la incorporación de figuras de PRO que hoy apoyan fuerte las ideas de la Libertad Avanza, como Diego Santilli y Cristian Ritondo.

¿Y que sucedería con los altos funcionarios a los que Posse designó, como el número uno de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Silvestre Sívori? Según el pensamiento del presidente, se deberían ir junto con Posse. Pero quiénes conocen bien a Milei, juran que no está muy preocupado por los cambios de gabinete. De hecho, este fin de semana, volvió a recibir una buena noticia. Parece que su imagen positiva, y la de su gestión, se mantienen en valores muy altos, cuando está por cumplir medio año de mandato, y en el medio del ajuste “más grande de la historia”.

Los números todavía no fueron publicados. Vale la pena hacerlo ahora. Son los de la consultora Aresco, cuyo titular es Federico Aurelio. La evaluación de la gestión sigue siendo muy alta: 53.1 por ciento positiva contra el 45.2 por ciento negativa. En cuanto a la imagen de Milei no baja ni un ápice: 55.7 por
ciento positiva contra el 43.9 por ciento negativa. Y la pregunta sobre que espera de la economía tiene un 51 por ciento de respuestas favorables, mientras que el 46 las considera desfavorables.

Lo que sí preocupa, y mucho, a Milei, son los movimientos de una serie de dirigentes, quienes, según él, están apostando fuerte a que le vaya mal. O, directamente, a tumbarlo. Es un ranking desordenado. Pero, por supuesto incluye, a Cristina Kirchner, a quien el jueves no solo llamó jefa de la banda, sino que vaticinó que va a ir presa.

A Kicillof, a quien no solo calificó de incapaz, sino de oportunista, al enviar patrulleros que necesitaría, para su provincia, a Rosario, en Santa Fe. A Juan Grabois, quien en las últimas horas pareció incitar a la violencia, hablando de la inminente “guerra del pan” con un lenguaje extorsivo.

También a Massa, porque Milei recibió información de cómo se estaría moviendo para tratar de voltear la Ley Bases y el capítulo fiscal. Y al senador Lousteau, de quien considera que, de tanto coquetear con el kirchnerismo, perdió la brújula.

A Lousteau, en realidad, lo tiene entre ceja y ceja. Porque volvió a exhibir un pliego de condiciones que parece imposible de cumplir. Incluyen: una nueva ley considerando esencial la educación; actualización del gasto de funcionamiento para las universidades; recomposición de las jubilaciones sin justificar de
donde saldrá el dinero; terminar las obras públicas que ya tienen un porcentaje de avance de más del 60 por ciento; fin de las jubilaciones de privilegio; y una nueva reforma laboral.

Milei no sigue en detalle las negociaciones en el Senado, pero se pregunta, sobre Lousteau, dos cosas. Una: porque se muestra contrario a decisiones que el bloque de diputados de la UCR, comandados por Rodrigo de Loredo, ya habían aprobado. Y dos: porque el ex ministro de Economía de Cristina Kirchner no
cumple con lo que les había prometido a los negociadores del gobierno.

Porque parece que, en una reunión secreta, Lousteau había dicho que acompañaría los proyectos a cambio de que se evitaran los ataques hacia su persona. En especial los calificativos que aluden a cuestiones personales. Milei se sale de la vaina por volver a descalificar, a Lousteau, de arriba abajo. Lo
considera un kirchnerista de buenos modales. Alguien jabonoso, que traicionó a Macri, a Cristina y que no dudaría en traicionar a ningún amigo, con tal de escalar posiciones.

Lo tiene en la lista negra de colegas envidiosos. Economistas, que, según Milei, atacan sus políticas de pura envidia. Porque no soportan que haya llegado a la presidencia de La Nación. En esta última lista también aparecen Carlos Melconían, Carlos Broda, Martín Tetaz, Marina Dal Poggeto, entre otros.

Y por supuesto, de nuevo Kicillof, quien se burló diciendo que la cuenta de una hiper que iba al 15 mil por ciento era una exageración.

Pero ahora Milei también está concentrado en averiguar las razones de por qué una serie de senadores se muestran reticentes. Por ejemplo: Guadalupe Taglieferri, quien hasta hace poco se referenciaba en Horacio Rodríguez Larreta, y ahora ven demasiado cerca de Lousteau; los dos de Misiones, por el conflicto que está viviendo la provincia, con los reclamos de la policía, los docentes y los médicos; los dos de Catamarca, porque uno, que respondería al gobernador Raúl Jalil, apoyaría, y otra, Lucía Carpacci, jugaría para Cristina Kirchner; uno de los dos de Tucumán, la provincia que gobierna Osvaldo Jaldo; varios de la Patagonia, quienes votarán en contra de la reposición del impuesto a las ganancias; la senadora por Córdoba Alejandra Vigo, esposa de Juan Schiaretti; y los senadores peronistas de Corrientes, coqueteando para tener alguna ventaja.

Si el dictamen de comisión no sale esta semana, Milei volverá a la carga, los acusará de conspirar para prenderfuego el país, y pedirá que sus seguidores que se denuncie a uno por uno. Con nombre y apellido. Todavía hay varios temas en discusión: la inclusión o no Aerolíneas y Correo entre las empresas a privatizar; los cambios en el Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones (RIGI); y el nuevo blanqueo.

Este martes, a las 14, Victoria Villarruel recibirá en su despacho a todos los presidentes de bloque, menos a quienes responden a Unión porla Patria. Hay que decirlo con todas las letras: en el gobierno, tampoco confían en la vicepresidente.

Dicen que Villarruel tiene un proyecto político propio. Que no apoya a La Libertad Avanza porque no le importa el país. Que solo está en su puesto para “divertirse”. Que nunca toma decisiones para que evitar el aumento de su imagen negativa. También dicen que, después del apodo de “jamocito” que ella le puso
al presidente, Milei le puso otro sobrenombre a ella: “Bicho Cruel”.

Sobre la ley Bases, los más optimistas, como Francos, creen que en menos de dos semanas podrá salir el dictamen en general. Los más pesimistas, en cambio, piensan que los 33 de Unión por la Patria podría llegar a sumar 4 o 5 votos y así voltear el proyecto, para que vuelva todo para atrás. Y los que se encuentran en el medio dicen que hay una situación de virtual empate. O sea: que un voto para un lado o para el otro terminarían de definirla cuestión.
Pero la demora en aprobar las leyes no solo está perjudicando a la economía y haciendo subir al dólar.

También está colmando la paciencia de buena parte de los argentinos. Los que fueron a ver a Milei, ayer, en Córdoba, pedían su aprobación a los gritos.
Quienes lo apoyan hacen una cuenta sencilla. Eduardo Duhalde tardó solo 4 días en aprobar su primera ley. Fernando De la Rúa 5. Néstor Kirchner 10. Cristina, en su primer mandato, tardó 11 días y 16, en su segunda gestión. A lo hicieron esperar Macri 100 días. Sin embargo, a Milei, después de 165 días, no le aprobaron ni una sola ley. Por eso el presidente supone que, detrás de algunos rechazos, se esconde el deseo de tumbarlo. Así como quiere tumbarlo un delegado de AFIP en medio de una asamblea. La diferencia es que a este energúmeno político, lo acaban de acusar, ante la justicia, por incitación a la violencia.

https://www.elobservador.com.uy/argentina/zoom/quienes-y-que-quieren-que-le-vaya-mal-milei-n5942218