(Columna publicada en Diario La Nación) Todo el oficialismo se pregunta cómo trasladar la inmejorable imagen de María Eugenia Vidal en votos contantes y sonantes para las elecciones legislativas del año que viene en la provincia de Buenos Aires. Cómo hacerlo antes de que Sergio Massa termine de acordar con Margarita Stolbizer y encabece una posible lista conjunta entre el Frente Renovador y GEN.

Cómo terminar de concretarlo antes de que la ex presidenta Cristina Fernández y Daniel Scioli cierren otro acuerdo que les permita volver al ruedo de la política y conseguir los fueros que hoy necesitan. Cómo decidirlo antes de que confirme su participación el ex ministro del Interior Florencio Randazzo, a quienes los integrantes del grupo Esmeralda buscan seducir para que se transforme en el nuevo líder del peronismo no kirchnerista en la provincia.

Estas cavilaciones son las que dominan la mente del Presidente ahora mismo. Si fuera por deseo de Mauricio Macri, el primer candidato a senador nacional sería Jorge Macri, actual intendente de Vicente López y titular del Grupo Bapro. Su primo tiene las características políticas que le gustan al jefe del Estado: conoce la provincia, se lleva muy bien con la gobernadora y funciona con una lealtad a toda prueba. Además sería un excelente operador político en la Cámara alta, donde Cambiemos es y será minoría. Sin embargo, Jorge Macri todavía no alcanza los niveles de conocimiento e imagen positiva de la que disfrutan Massa, Stolbizer o la propia Elisa Carrió, quien se anotó hace meses como aspirante a senadora nacional en la provincia, pero no descartó la posibilidad de ir a pelear contra Martín Lousteau en el caso de que el embajador de los Estados Unidos decida competir contra el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta para ver quién tiene más votos en la ciudad de Buenos Aires.


Igual, el intendente de Vicente López no se puede quejar: tiene, en la provincia, un nivel de conocimiento superior al 60% y una diferencia a su favor cuando se cruzan los datos de la imagen positiva y la negativa. Es decir: está en una posición mejor que la que tenía la propia Vidal antes de empezar a recorrer la provincia. Además, el gobierno nacional maneja encuestas con preguntas y respuestas que considera alentadoras. Una es la que registra un 53% de contestaciones afirmativas a la pregunta de si estaría dispuesto a votar por un candidato apoyado por la gobernadora Vidal. ¿Esto quiere decir que cualquiera que vaya como cabeza de lista de candidato a senador nacional, diputado nacional, senador o diputado provincial o concejal por Cambiemos tiene asegurado el triunfo? No. Quiere decir que cualquier candidato sin mucha resistencia o imagen negativa podría conservar, hoy, una muy buena parte del caudal de votos que obtuvo Cambiemos en la primera vuelta del año pasado.

¿Y qué va a hacer Margarita Stolbizer? Lo único de lo que parece segura la autora de Yo acuso es de que no repetirá la experiencia de competir sola. Es decir: o irá en alianza con el Frente Renovador de Massa o podría ser una candidata "independiente", al estilo Carrió, en el diverso paraguas político e identitario de Cambiemos. Tanto Stolbizer como Carrió parecen estar en su mejor momento. Lo mismo le sucede a Massa, el dirigente peronista al que la sociedad argentina le debe el haberle puesto un freno a las pretensiones de eternidad de Cristina Fernández.


Sin embargo, estos tres legisladores tienen un problema parecido al de Cambiemos: cómo trasladar su excelente imagen a votos. Margarita y Lilita lo saben de memoria. Más de una vez se han preguntado por qué las valoran tanto, pero no las votan para ocupar cargos ejecutivos. O por qué semejante valoración no se termina de expresar con tanta fuerza, aun en elecciones legislativas. La respuesta es sencilla: porque cuando las consultoras preguntan por imagen, las figuras compiten contra ellas mismas. Pero el voto es otra cosa. Para que se entienda bien: el diferencial de imagen de Massa es muy positivo. Pero el universo de quienes lo valoran, en parte, es el mismo de quienes valoran con la misma o más intensidad a María Eugenia Vidal. Y lo mismo le pasa a Margarita. Por supuesto: falta más de un año para las próximas legislativas; y en la Argentina un año se cuenta por una eternidad.

Además, a todos estos interrogantes hay que sumar la posibilidad de que la ex presidenta decida encabezar la lista de senadores. Y que Scioli acepte liderar la de diputados nacionales. El nivel de sospecha y desprestigio que arrastran ambos dirigentes es altísimo. Se registra con más fuerza en la ex jefa del Estado que en el ex gobernador. Sin embargo, la posibilidad de obtener entre el 25 y el 30% de los votos está intacta, de acuerdo con los ejercicios de simulación electoral de varias encuestadoras.


Por otra parte, la margarita que sigue deshojando Stolbizer todavía no se marchitó. En algún momento va a tener que mirarse al espejo y preguntarse con quién tiene más afinidad, si con el Frente Renovador de Massa o el Cambiemos de Macri. Si fuera por ella, se sentaría a trabajar de inmediato, de manera conjunta, con la gobernadora. Todavía recuerda con una sonrisa en la cara la buena predisposición que mostraron tanto el Presidente como Vidal frente a la publicación de su libro, al que compararon con el Nunca más de la corrupción en la Argentina. Macri la recibió en la quinta de Olivos antes de viajar a China. Vidal aceptó concurrir a la presentación, aun cuando desde el punto de vista protocolar apareciera compartiendo "cartel" con Massa, Graciela Ocaña y sus colegas, los gobernadores de Santa Fe, Miguel Lifschitz, y de Jujuy, Gerardo Morales. Hasta hace poco, para acordar con Cambiemos, Stolbizer parecía tener dos límites objetivos. Uno era el propio Macri. El otro, las reacciones intempestivas de Carrió. El gesto presidencial de recibirla, a solas y de inmediato, le sirvió a la líder de GEN para derribar algunos prejuicios. Y, aunque considera insalvables las diferencias de acción política con la jefa de la Coalición Cívica, no descarta la posibilidad de sentarse a tomar un café para decirse en la cara todo y después limar asperezas.

Ni Macri ni Vidal tienen apuro. Tampoco desean precipitar el encuentro. Pero muchos que piensan la política en términos más humanos que especulativos se preguntan qué pasaría si un buen día se sentaran juntas Carrió, Stolbizer, Ocaña, Vidal y la vicepresidenta Gabriela Michetti para trabajar juntas en cuestiones estructurales vinculadas con el país. Ésta es una de las fotos virtuales que más lo entusiasman al Presidente. Pero hay otra foto menos inocente. Una a la que apuestan los operadores más pícaros de Cambiemos en la provincia. Se la imaginan para fragmentar los votos de la oposición: es la imagen del retorno a la política activa de Randazzo, el hombre que le dijo no a la candidatura a gobernador que le ofreció Cristina en su momento y que con su negativa ayudó al triunfo de Vidal.