(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) El Gobierno cree que la corrida cambiaria terminó y que hoy no va a pasar nada raro con el dólar. En este sentido, es optimista. El Gobierno también hace autocrítica. Sostiene, uno de sus más altos responsables, que, cuando la corrida arrancó, subestimaron el doble impacto de lo que estaba pasando en el mundo y el atraso cambiario. Afirma que reaccionaron tarde, y que se perdieron varios miles de dólares en contener la suba del dólar más pronunciada. "Pero eso no fue una decisión exclusiva de Federico (Sturzenegger). Fue una decisión consensuada entre él, Nico (Dujovne) y Toto (Caputo). Apostamos a aguantar para evitar el impacto en la inflación y el dólar se nos escapó", reconoció.

Ahora, parece, que, después de subir las tasas a más del 40% anunciar metas más duras para bajar el déficit, todo el mundo está más tranquilo. Todos, menos el Presidente. Es que Mauricio Macri considera que, aunque la tormenta ya pasó, el problema de fondo continúa. Y el problema de fondo, según él, es que se encuentra demasiado solo, y en minoría, no solo frente al peronismo, sino también frente a algunos sectores de Cambiemos, cuando se trata de discutir en serio el rumbo del país.

Alguien que lo conoce muy bien reveló que, durante las últimas horas, el propio Macri presentó, ante sus ministros más importantes, las cosas de la siguiente manera: "Hasta hace poco el mundo nos volvió a creer. Entendió que aunque había un gobierno en minoría, una parte del peronismo racional apoyaba el rumbo de la política económica. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, empezaron a notar algunas señales en el sentido contrario. ¿Cuáles? La discusión alrededor del impuesto a las ganancias, la reducción de empleados públicos, la reforma previsional, aunque finalmente la pudimos aprobar y ahora el tema de las tarifas. Ahora, y después de todo esto, nos mira con desconfianza". El Presidente piensa, en el fondo, que el problema no está solo en el peronismo, racional o irracional, sino también en Cambiemos. "La postura de (el gobernador Alfredo) Cornejo y Lilita (Carrió) no solo nos hizo ruido adentro. Les sirvió de excusa, a los gobernadores peronistas serios, y también a (el senador nacional Miguel Angel) Pichetto para justificar su posición contra los aumentos de tarifas".

Macri, de cualquier manera, asegura alguien que piensa igual que él, no va a dar el brazo a torcer. Y tampoco va a dudar en vetar la ley que podría salir de Diputados, si llega a implicar el aumento del déficit fiscal. En estos días, tuvo varios encuentros con dirigentes y gobernadores que le expusieron sus propias teorías. El ex ministro de Economía de Cristina Fernández y ex embajador de los Estados Unidos Martín Lousteau le sugirió que propusiera una baja del déficit menos drástica. De cuatro a ocho años. El Presidente le respondió que le encantaba la idea, pero le pidió que además le dijera de dónde obtener el dinero para financiarlo. Lo mismo le propone a cada uno de los que le endilgan que las tarifas son demasiado caras para muchos argentinos. Les contesta que si son demasiado caras, la alternativa que tienen es gastar mucho menos energía. O cuidar la energía mucho más. A cada uno que se atreve a discutirle, le reenvía el comparativo entre Buenos Aires, Santiago de Chile y Montevideo. En ese cuadro se afirma que Uruguay y Chile pagan la energía un 160 por ciento más cara que la Argentina y que, a la vez, usan un 30% menos de luz y de gas.

La decisión de reducir en $ 30 mil millones el presupuesto de obra pública enoja a Macri, porque dice que las cloacas, el asfalto y las rutas son "cosas que quedan". Está contrariado con gran parte de la clase dirigente. Con los empresarios, sindicalistas que "viven a costilla del Estado". Con los dirigentes políticos que "no quieren tocar el gasto público, protestar por el endeudamiento, pero no plantean ninguna propuesta para cubrir el agujero de u$s 400 mil millones que tenemos por año". Insiste en que la sociedad "parece más madura" que el resto de lo que sigue denominando el círculo rojo.

Los hombres de Macri, para demostrar la diferencia entre lo que opinan los dirigentes populistas y la gente citan los resultados de última investigación que hizo el sociólogo español Roberto Zapata a lo largo y a lo ancho del país. Dicen que hay un grupo de entre el 25% y el 10% de los argentinos al que Macri no tendría como seducirlo. "No lo quieren. Piensan que es el demonio. Se podrían pasar la vida cantando Mauricio Macri/ la puta que te parió/". Hay entre un 15% y un 20% que "votó a Mauricio, pero que está desencantado" y cree que el Gobierno "no encuentra el camino para bajar la inflación y mejorar las cosas". Y hay otro grupo "entre el 35% y 40% que sigue creyendo, a pesar de todo". El dato curioso, según la fuente oficial, es que para la Argentina, hay solo cuatro o cinco dirigentes que hoy "son tomados en cuenta o tenidos en consideración. El resto parece no existir". Dentro del oficialismo, están el propio Macri, María Eugenia Vidal, Elisa Carrió "y empezó a aparecer, sorpresivamente, (la ministra de Seguridad Patricia) Bullrich". Y por la oposición, solo "parece existir (la ex presidenta) Cristina" Fernández. A ninguno más lo mencionan de manera espontánea. Y dicen además que cuando los encuestadores le preguntan donde pondrían a Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey o Miguel Angel Pichetto, la mayoría primero responde "no se". Agregan que cuando se les insiste contestan "y bueno: pónganlo en el medio". El problema es que ese medio, todavía no existe.