(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) Un reducido grupo que trabaja cerca del Presidente y que todavía confía en que será reelecto al año que viene se encuentra en plena tarea de identificación minuciosa de los denominados "desencantados". Según las propias encuestas oficiales son una masa crítica de entre el 30% y el 40% de quienes votaron a Cambiemos en segunda vuelta, en el marco de las presidenciales de 2015.

Volver a conquistarlos es la tarea primordial. Empezaron, de manera lógica, por el principio. Es decir: preguntar porqué están enojados, desilusionados o decepcionados. Se encontraron una respuesta más lógica todavía: por el incumplimiento de las promesas, en general. La mayoría no menciona ninguna en particular. Recién las menciona cuando se les nombra hechos concretos.

Todo parece indicar que el principal motivo del desencanto es haber escuchado pronósticos demasiado optimistas de la propia boca del jefe de Estado y después compararlos con la pura realidad. Un miembro del ala política de Cambiemos explicó que este decepción generalizada se pudo haber evitado, si al principio del gobierno se le hubiera transmitido al público la verdadera herencia recibida. "Lo que no hicimos desde el arranque y que nos hubiera ayudado a tomar medidas más antipáticas, ahora mismo nos está jugando en contra, por partida doble", agregó.

Ahora todo el equipo que rodea Mauricio Macri, empezando por Marcos Peña, se cuida mucho de no parecer, en público, demasiado optimista, para que luego los hechos no los dejen malparados, por enésima vez. Es más: sin usar adjetivos catastróficos, y diferenciando la actual "tormenta" económica con la crisis de 2001, aceptan que vienen "muy difíciles" sin insistir en la idea de que "lo peor ya pasó" o que la corrida cambiaria ya fue superada.

¿A cuántos de los que se fueron podrían reconquistar? "En teoría, a casi todos. Hay un 35% del electorado total que no nos va a votar nunca, aunque decretemos un aumento salarial del 100%, metamos a todos los militares presos y rompamos en este instante con el FMI. La mayoría de ellos va a votar a Cristina, si se presenta, y nosotros creemos que se va a presentar. Hay otro 30 y pico por ciento que es nuestro núcleo duro. Gente que nos perdona cualquier error. Personas que comprenden que nos somos magos. Que lo que pasó este año entre la sequía, el aumento de las tasas de referencia en los Estados Unidos y la dependencia de la Argentina de los mercados externos es algo extraordinario, y considera nuestra responsabilidad relativa. Al final, hay un 30% de desilusionados entre los que están los muy enojados, los más o menos enojados, y los que pueden volver en las próximas semanas o meses, si es que se mantiene la paz cambiaria y el consumo no se derrumba de manera brutal".

Entre los "muy enojados" se encuentran los "buscadores eternos de un mago o un salvador", y no aceptan que un Presidente o un gobierno pueden ser falibles. Y menos equivocarse una y otra vez. "Esos ya no tienen más capacidad de escucha. Quieren que la economía mejore y que sea ya. Dicen que no van a votar a Cristina pero si aparece dentro del peronismo un candidato más racional lo van a pensar dos veces. Se sienten profundamente decepcionados y esperan hechos, más que cualquier otra palabra". En la tercera categoría, los más fácilmente recuperables, se encuentra quienes, además de la devaluación, la caída del salario y otras cuestiones económicas, esperan que el gobierno cumpla un papel más activo para que la justicia termine condenando a dirigentes como la propia Cristina Fernández, el exvicepresidente Amado Boudou y el sindicalista Hugo Moyano. "A este segmento le resulta un poco difícil comprender que el Poder Ejecutivo no puede meter preso a nadie. Pero sigue mirando con detenimiento las señales que emite para que la justicia no siga cajoneando expendientes".

Los hombres del Presidente no lo quieren decir en público, porque temen que hacerlo sea interpretado como un acto de soberbia. Sin embargo lo piensan y lo admiten: cree que el oficialismo, aún en el medio de la corrida y de la caída de las principales variables económicas, tiene, en teoría, más posibilidades de volver a ganar que las que tenía en diciembre de 2015, en la segunda vuelta contra Daniel Scioli. "Es verdad que Cristina subió un par de puntos porque no aparece. Ya ni siquiera tuitea. Pero todavía no le alcanza, y será muy difícil que le alcance, para ganar en un balotaje. Ni siquiera la denuncia por los aportantes truchos de campaña le están afectando tanto a María Eugenia (Vidal), quien sigue bien arriba y es percibida como muy cercana por el votante de la provincia de Buenos Aires".

¿Y entonces, a qué o quienes le tienen miedo? "A un tapado que se destape entre hoy y octubre del año que viene, o a otra nueva bravuconada de (el presidente de los EE.UU, Donald) Trump, que afecte de nuevo el tipo de cambio o los niveles de exportación", me dijo la fuente, que todo los días duerme con los dedos cruzados. ¿Y por qué dicen que pueden recuperar a casi todos los decepcionados? "Porque Cambiemos, en campaña electoral, sin ningún otro cisne negro, todavía resulta imbatible", me dijo la fuente, vinculada al ala política, que le reconoce tanto a Peña como a Vidal una eficacia incomparable con las demás fuerzas políticas.