(Columna presentada en CNN Radio y publicada en Infobae) Los paracientíficos del laboratorio de ideas políticas de Cambiemos están de parabienes: la designación de Miguel Angel Pichetto como compañero de fórmula de Mauricio Macri estaría resultado mejor de lo que imaginaban. Repiten, como un mantra, una palabra. La palabra expectativa. Dicen que con la propuesta anterior, a la alianza que integra el Gobierno le faltaba expectativa de futuro. Y que ahora parece tenerla. Ensayan una analogía un poco tirada de los pelos, pero que se entiende: es como si una pareja que no habría tenido otro futuro que el divorcio, de repente encuentra un motivo para intentarlo una vez más.

Trasladado al escenario político, es como si los votantes desencantados de Macri hubieran encontrado una razón para volver a elegirlo, por encima de la oposición. ¿Esto quiere decir que Pichetto, además del apoyo de los mercados, también ayudaría a recuperar votos? Todavía no hay ninguna encuesta que lo pueda certificar. Lo que si ya tienen registrado es la confirmación de un cambio de tendencia que comenzó hace un mes y medio.

Una curva que muestra que Macri no solo detuvo la caída de su imagen positiva. De a poco va subiendo su imagen positiva, mientras la de Cristina Fernández, su verdadera adversaria, sigue estancada en algunas encuestas, y en otras aparece con una leve alza de su imagen negativa. Pero no solo los que manipulan los tubos de ensayo virtuales de la mesa chica que preside Macri levantaron el ánimo. También lo hicieron los peronistas que desde hace tiempo forman parte del PRO y de Cambiemos y se sentían francamente ninguneados.

Emilio Monzó y Nicolás Massot son los ejemplos más visibles. Pero igual de felices parecen el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli y otra decena de dirigentes que no aparecían en los medios y ahora volvieron al escenario político. Como si esto fuera poco, Pichetto se muestra hiperactivo. Siendo un animal político por excelencia, le está aportando a Macri algo de lo que carecía, despreciaba, pero ahora parece necesitar tanto como los votos: rosca.

Y rosca, ahora mismo, significa, convencer a los gobernadores peronistas que vayan a la elección con boleta corta, sin llevar a la fórmula Fernández Fernández por encima de todos. Rosca significa vaciar de peronismo racional, republicano y democrático al espacio que lideran Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey. Rosca significa crear una mística ganadora. La misma tarea que venía haciendo Alberto Fernández con el kirchnerismo, y que se vio eclipsada por la irrupción del flamante candidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio.