Libros y Lecturas

Lunes. Entre gallos y medianoches, convirtieron al peronismo en un partido de izquierda. Y ahora lloran, como lloran los partidos de izquierda. El país, muy convulsionado y desordenado por esta situación. México, en breve espectáculo, gente de traje muestra dos figuras fosilizadas con mil años de antigüedad. Dicen que no pertenecen a nuestra cadena evolutiva. Robles en Twitter: “Van a llegar los extraterrestres y a nadie le va a importar un carajo.”

Sábado. A las nueve de la mañana llega mi madre con el plomero. El departamento necesitaba algunos arreglos que yo me resistía a encarar. (Sobre todo para no perder una mañana o un día con eso.) El plomero desarmó canillas, cambió cueritos, pegó una bacha y detectó una fuga, muy pequeña, de gas. Mientras él trabajaba, yo desarmé el sifón de la pileta de la cocina que estaba engrasado hasta la obscenidad. Mi madre al verme comprometido –también fui a comprar algunas partes que necesitábamos a la ferretería– me dejó tranquilo. El sifón perdía y lo desarmé y reemplacé con uno nuevo. Mientras hacía eso, calenté agua y le llevé un mate, y ella estaba angustiada, la palabra es suya, porque tengo muchas medias sueltas, sin su par. Veía en eso una imperdonable condición de anarquista y desviado social. El plomero terminó y cobró su buena parte. Y entonces pensé que, bueno, si hay que trabajar de plomero, se puede. (Aunque me desagrada no por el trabajo manual sino porque no tiene, en realidad, ningún desafío.) Después, durante la más apacible tarde, pensé un poco en el amor como esa amistad alocada de la que hablaba Séneca.

Viernes. Otra factura de luz, esta vez por 17000 pesos. Ahora ya no puedo decir que haya leído mal, que exista un equívoco. Al lado, otra de gas, por 500 pesos. Son dos poemas diferentes al capitalismo de servicios. Leo un titular: “Las autoridades rusas confirman la muerte del jefe del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, tras pruebas genéticas.” Iba en un avión y tuvo un accidente. Le había hecho un planteo militar a Putin hace unas semanas.

Lunes. Veo un recorte de una entrevista televisiva en la cual Milei dice: “Si querés drogarte, drogate, si querés suicidarte, suicidate, pero no me hagas pagar la cuenta a mi y al Estado.” ¿Qué idea tiene de la voluntad humana? ¿Qué idea tiene del Estado? Toda enfermedad podría ser tratada así. El Chagas, la hepatitis, el cáncer… Lo tildan de fascista pero no veo nada más alejado del fascismo que Milei y el liberalismo. Más tarde, en la Feria Migra, discusión sobre el tema del suicidio con el doctor Rosé. Todo muy tenebroso. ¿Pero no es lúgubre el pueblo en esta democracia deficitaria? Quizás peor sea el gobierno de los últimos años. Cuarenta años de democracia y seguimos viviendo en la semicolonia habitual.

Lunes. El viernes Pierina cumplió dieciocho años. Festejó con sus amigos. Le regalé varios libros de Virginia Woolf. Ya es casi una especialista. El sábado fuimos a patinar sobre hielo en la pista de la calle Yerbal. A la noche me sentía cansado. El domingo fuimos a votar con Pierina, almorzamos pastas con pesto y a la tarde ya me sentía muy dolorido. A las nueve de la noche tenía la garganta cerrada, me dijeron que el médico a domicilio podía tardar veinticuatro horas, así que fui al Italiano. Llegué y en la guardia había una demora de tres horas y media. El tipo que daba los turnos nos recomendó volver el lunes a las ocho. Nos dijo que los lunes entre las ocho y las diez no había nadie. Pasé una noche tomando ibuprofeno y despertándome cada dos horas. Volvimos a las ocho y media, el lunes. Y no había sistema. Yo ya sabía que necesitaba amoxidal. A las once me atendieron, me dieron mi receta de amoxidal y esperé un rato más en la farmacia del hospital. En el medio, Milei hizo una elección excelente sin partido, sin alianzas, casi sin nada. Lo popular hoy no es el peronismo. Alberto y el progresismo lo destruyeron. Lo convirtieron en una socialdemocracia fría de funcionarios arribistas, sin capacidad transformadora. “Cuando escribo, aun sobre cosas insípidas, confundo excitación con inspiración” decía Ciorán.

Martes. En Hipólito Yrigoyen al 2500 hay un bar viejo que se llama Harvard. Cuando estoy en la zona paso y tomo un café. Está siempre igual. Siempre feo y siempre me gusta. Teofrasto describió a Heráclito con la palabra μελαγχολία acentuando su acepción de impulsividad. Diógenes Laercio entendió “tristeza” y dedujo que Heráclito no completó algunas de sus obras por sufrir una aguda melancolía. Pero ya sabemos que es falso que los hombres duros no bailan.

Domingo. Mi hija me recomendó Dedos de coliflor, una compilación de fragmentos de Virginia Woolf sobre su vida como editora de libros de pequeña tirada. Lo sacó Barba de abejas, una editorial artesanal de La Plata. Es un libro muy lindo, escrito con la suavidad y la inteligencia de Virginia, pero hay algo más. El hecho de que me lo haya recomendado Pierina y que se trate de tareas similares a las que tengo como editor me conmueve.

Lunes. Me compré unas Adidas y en la plantilla, si uno la levanta y mira adentro de la zapatilla, se lee End plastic waste. ¿Es una orden? ¿Están escrita la frase en modo imperativo? ¿Las zapatillas me moralizan? No, es peor, me dicen lo que tengo que hacer. Son los objetos ahora los que nos dirigen. Bueno, siempre fue un poco así. La mesa y las camisas de Marx. Pero si siempre los objetos nos hablaron, ahora también nos moralizan. Aunque, en realidad, no se trata de eso. Se trata de que el comprador necesita adquirir ese resto de conciencia con el producto. No estoy diciendo nada nuevo. Pero le contesté a mi zapatilla. Le dije hipócrita. Ahora escucho las sonatas de cello de Lanzetti. Su desventaja es que no es Bach y esa también es su ventaja.

Lunes. Ayer domingo vi Old Henry en Netflix. Un western realista, casi naturalista, algo afectado y lento, muy en género. Bien filmado, desde ya. Me gustó sin énfasis y lo disfruté sin entusiasmo. Hay algunas balaceras bien logradas y el giro del final no es mucho pero sirve. Hoy volví a ver The last stand con Arnold viejo y rompiéndola toda. Creo que es una peli que ya tiene diez años. Un western aggiornado, y por eso muchísimo mejor. El sábado, cumpleaños de Mavrakis. Presente, casi la plantilla completa de Revista Paco. Buen ambiente. En un momento le saqué una foto a Mavrakis y a Margarita. Estaban en la cocina, riéndose. Se dieron cuenta y Mavrakis vino y me dijo: “Una vez un fotógrafo le sacó una foto a Peron con Evita, todavía no se habían casado, y Perón se acercó al fotógrafo y le dijo: pibe, esa foto no corre.”

Lunes. Volví a ver Nueve Reinas. Sigue siendo excelente. Se la puede entender sin problemas dentro de una tradición literaria que empieza con Arlt y Boedo, y sigue con Jorge Asís, pero no está exenta de algunas referencias borgeanas, sobre todo a la falsificación y la percepción equívoca. La versión que hicieron en USA no es tan buena. Eso implica que, en la película, hay algo del orden de lo argentino que no puede ser copiado o reproducido.