Lunes. Hicimos una videollamada con Robles desde Colegiales y Gogui Marzioni desde México DF. Hablamos de ciencia-ficción, de comida mexicana, de Spinard, de Jack Vance y de Tony Scott. Robles habló del documental The art of killing. Gogui dijo que había estado viendo y estudiando Kramer vs. Kramer. Con eso nos sorprendió. Después nos pasó un link a un póster que se llama The great awakening, donde se ponen juntas y semi articuladas todas las conspiraciones paranoicas del mundo. “Estaba acá a la vuelta de casa pegado en una pared” no dijo. En el medio hay una silueta de la Antártida y los nazis. Me voló la cabeza. “Argentina es el único país mencionado” dijo Gogui.

Martes. Compré y empecé a leer Indignación total. Lo que nuestra adicción al escándalo dice de nosotros de La Cebra. Tiene un título tambaleante, y un subtítulo agudo y prometedor. El primer capítulo, una especie de prefacio, en segunda persona es decididamente malo. “Usted se indigna como todos nosotros… “Bueno, ese estilo. Luego el libro levanta y toma el #MeToo, la discusión y las acciones que desencandenaron las caricaturas de Mahoma en la prensa danesa, etcétera. Critica de la Vittima sigue siendo mejor. Quizás el problema de base para pensar esta coyuntura viene de que la discusión se democratizó tanto, lo cual levantó el grado de histeria, y se atrasó tanto, hasta puntos pre-freudianos, que se terminan enunciando tautologías como si fueran grandes descubrimientos. Y sí, levantar falso testimonio es algo que está señalado como malo desde hace mucho tiempo...

Miércoles. El año desquició muchas cosas, y afirmó otras. Mis lecturas ya eran caóticas desde antes. Pero una nueva ansiedad se siente. Habría que buscar pero es posible que los mayas hayan anticipado algo de los desastre del año 2020. Volví a estudiar alemán y a escuchar a Prokofiev. Como dice el viejo refrán alemán: Die Katze hat Hunger nachdem sie die Maus sieht. O sea, el gato tiene hambre después de ver al ratón.

Jueves. Por derecha y por izquierda Maradona dejó pagando a todos los que son, alimentan y forman la anti-patria. Hay algo sagrado, incorruptible, superior, en el dominio de la técnica y el arte, donde técnica y tecnología se divorcian, esa artesanía sacra del tipo que sabe, que ejecuta, que se supera, ahí está el aura famosa, la diferencia, lo trascendente. Mi Diego es ese, el heideggeriano. Es el hombre que entiende y domina, que apuesta, gana, pierde, cae y se levanta, que va más allá de la máxima “Take the risk or lose the chance” porque la comprende y la habita.

Viernes. También saber de dialéctica es saber cuándo la dialéctica se debe detener para dar paso a eso que podríamos llamar lo ejecutivo o lo político, o incluso al proselitismo o lo sagrado.