Sábado. Le improviso una breve historia del teatro a mi hijo para que se duerma. Describo la vida en Atenas, los actores cómicos o trágicos, las obras y los dramaturgos. Cuando salto a los contadores de películas de los pueblos bonaerenses, ya está dormido. Son apenas 2400 años de historia.

Domingo. Releo y subrayo la insípida traducción de Edipo que trae las tragedias completas de Sófocles de Cátedra. Preparo mi clase. ¿Cómo se hacen entrar todas las lecturas que tuvo la obra en cuatro clases? No me parece imposible dar algunas buenas nociones básicas para leerla y entenderla. La síntesis, en este caso, es el arte.

Lunes. Salió La máquina soviética, el libro de Sebastián Robles que editamos en Ediciones Paco. Hay vacunaciones masivas en Provincia de Buenos Aires y de a poco también los porteños se van vacunando. Lo releo pensando en la Sputnik-V que me dieron. Pasaron muchas cosas desde la época soviética, pero Rusia sigue siendo un cuco para las mentes pobres de Occidente.

Más tarde. “Apolo me espera en la vejez, seré su siervo fiel durante el crepúsculo, pero hoy soy joven, el tambor llama y Baco baila y yo bailo con él.”

Martes. Leer las Cartas de la ayahuasca me dan muchas ganas de escribir y de escribir cartas. Altero momentos de desconcentración con momentos de paternidad, con una ligera angustia por tener mucho que hacer y no hacer nada, o hacer poco. Lo típico.

Más tarde. Voy a buscar a Carmelo al colegio. A la vuelta, entramos a hacer unas compras en un supermercado mayorista sobre Avellaneda al que no vamos nunca. Elegimos lo que necesitamos, salchichas, pan, café, leche, y cuando estamos esperando para pagar, el cajero le habla en hebreo, o un idioma que suena en hebreo a un repositor alto y tatuado. Enseguida nos llama para que paguemos. No hay nadie salvo nosotros. Y cuando habla con nosotros, nos saluda, nos dice cuánto tengo que pagar, habla con acento venezolano. Es blanco, rubio, incluso algo colorado. Entonces veo que hay algunos carteles escritos en hebreo, recuerdo un estante de productos kosher. ¿Judios del caribe? Me despido con un austero shalom, que el cajero responde con una sonrisa. Me prometo volver. Aunque un supermercado no es un almacén de barrio, y no hay tiempo para hablar, me gustaría saber algo más de esos personajes.

Miércoles. Veo Fury, una película de tanques entrando en Alemania durante el final de la Segunda Guerra Mundial. Todos los actores son buenos, está Brad Pitt, el de Punisher, el de Transformer, que hace de un creyente al que le dicen Bible. El clima de mugre de la guerra está muy bien recreado. Me gustó muchísimo la película, la épica del acero moderno, el heroísmo plano, su misticismo, su lírica de la violencia. Quizás no todo está perdido. Brad Pitt aparece entre los productores. Gracias, bro.