Lunes. Ayer le comparto a Robles el poema The Second Coming de Yeats. El poeta lo escribió en 1919. Se publicó por primera vez en 1920. Acababa de terminar la Primera Guerra y Yeats ya está viendo la Segunda. Llegaba también la guerra de la independencia de Irlanda. Pero lo que leímos fue diferente, no reparamos en el contexto y la coyuntura política, sino en el peso expresivo de los versos de Yeats. Turning and turning in the widening gyre /the falcon cannot hear the falconer.

Más tarde. Se cayeron Facebook, Instagram y Whatsapp. Solo funciona Twitter donde se hacen las bromas del caso. Sí, muchas ironías. Somos sujetos mediados por las redes, somos adictos. Pero no es tanto un chiste... Sobre todo por el sentimiento de alivio y libertad que se siente. Mavrakis: “Si caen las redes un rato más se refunda la democracia.”

Martes. Vivimos en una época conservadora que denigra a los conservadores y que exalta a los que posan de revolucionarios. Buena frase de Napolitano en Twitter: “Empecé una serie que se terminó yendo por la canaleta del romance. No me interesan las historias de amor a menos que me las cuente Ricardo Wagner.”

Más tarde. Volver a la Ciudad de Buenos Aires siempre es volver derrotado. Así vuelvas de unas vacaciones en la costa o un fin de semana largo en la provincia. Por eso los que se van nunca vuelve y los que se quedan nunca se van. Pero ¿de qué calidad es esa derrota? Ahora toquemos.

Miércoles. Cuando volvía al continente prisionero en el buque Norland, los marineros ingleses separaron al suboficial del Ejército argentino Oscar Marcelino Orzabal y lo llevaron a un camarote aparte. Temiendo algún tipo de agresión, Oscar agarró un libro de actas para usarlo como arma o escudo. Era lo único que había a mano. Un rato después los ingleses lo acompañaron a un baño y le permitieron ducharse. Oscar mantuvo el cuaderno de tapas duras dentro de su campera y se lo trajo escondido. Durante décadas lo tuvo en su casa y ocasionalmente se lo mostró a sus hijos, mientras les contaba de la guerra y de Malvinas. El cuaderno contiene una lista de prisioneros argentinos de los cientos que embarcaron en el Norland, pero también una canción de cuna inglesa, insultos que se dejaban los marinos entre sí y otras anotaciones. Durante la inmediata posguerra, Oscar también escribió en esas hojas listas de herramientas y bienes que le tocó contabilizar como parte de su trabajo castrense. Después de treinta y cinco años de servicio, se retiró del Ejército y les pidió a sus hijos que cuando muriera, el cuaderno con las listas fuera donado a un museo. Oscar Marcelino Orzabal murió este año y un mes después, el domingo 26 de septiembre, su hijo Claudio Orzabal, acompañado de su amigo Maximiliano Perez, cumplió con el deseo de su padre donando el cuaderno al museo donde trabajo. Es un objeto bastante impresionante.

Jueves. Elecciones en el sindicato. Voy de presidente de mesa. Jerry me regala una lapicera con el logo de UPCN y un anotador que en la tapa dice Escuela de formación sindical en la tapa. Lo uso para tomar las notas que voy a usar en la clase del sábado. Leo Malvinas, mi casa, de Marcelo Vernet. Vamos con la urna al Museo Yrurtia y nos arman el cuarto oscuro donde están las esculturas que sirvieron de pruebas para el monumento de Dorrego. Arte virtuoso y sindicalismo argentino.