Sábado primero de enero. Paso fin de año en Constitución con Mia Antonella. Se tiran muchas bombas y fuegos artificiales el 31. Pero el 1 siguen. A la tarde queremos dormir la siesta, está cálido y se escuchan gritos de todo tipo y cada tanto una explosión. Constitución es como un pedazo del NOA, o de México o de Marruecos en la ciudad de Buenos Aires. ¿Año nuevo, tedio viejo? Le tengo más miedo al aburrimiento y sus consecuencias que a la muerte. Habiendo terminado mis libros del año pasado, empiezo a escribir una novela. La imaginé demasiado. Eso va en contra de la escritura pero es placentero empezar algo muy imaginado. El desafío está en escribir algo aún mejor que lo imaginado. (Acá hay un gran secreto de escritura, la forma en cómo se encara y se sondea ese espacio que va de la imaginación a la letra.)

Domingo. El día de mi cumpleaños compré libros en Corrientes y después me fui a una disquería de usados. Mientras veía los vinilos en la calle, se me acercó un tipo de barba y lentes oscuros. Era Carlos Godoy. “Acá se compra clásico, ¿no?” me dijo. Le saqué una foto. El centro estaba vacío. Fuimos a tomar un café. Compré cuatro botellas de champán en el mismo bar. De la disquería elegí ocho discos que pagué mil pesos en total. Ahora leo El viaje alrededor del Quijote del escritor mexicano Fernando del Paso. Está bien. Aunque hay algo en mexicanidad que me resulta ligeramente sobreactuado. Un libro sobre el barroco no puede ser barroco. O al menos debería intentar no ser barroco. Pese a eso lo leo con placer. Ahora en la televisión se anuncia el aumento de casos. Esa es la gran noticia. No hay variaciones en el índice de muertos, sino en el de enfermos. Ya no morimos en masa, ahora nos contagiamos en masa. Supongo que es una mejoría.

Lunes. Sueño que un grupo de indios del agua llevan capturados dos hombres, maniatados, por un mar cristalino. Los hombres no pueden nadar solos, los indios acuáticos los arrastran. Eso me da angustia y me hace despertar. La semana pasada, larga conversación con Robles sobre cine ruso, la Unión Soviética y el comunismo. Me cuenta de sus investigaciones sobre Gorbachov. Le explico mi teoría sobre Marx mal lector de Marx. Le digo que el mismo Marx no entendió su descubrimiento del fetichismo de la mercancía. Del fetichismo no se deriva la lucha de clases, sino la negociación con el propio deseo y con el deseo ajeno, el deseo de codicia del capital. Intentar abolir ese fetichismo es también una pulsión de muerte, combatir contra nuestra especie. Supongo que Robles me dice sí, sí, de acuerdo por piedad.

Más tarde. Soy el ingenuo que todavía le saca fotos a su ciudad, como si fuera un extraño, o un turista.

Martes. El año pasado leí a Roriguez de Río Grande, participé de un libro sobre literatura chaqueña. Ahora leo Las chupilas de Federico Soler, un tucumano, y también los cuentos de Nicolás Romano, que escribe desde Ushuaia. Hay algo lindo en eso, en ese mapa. ¿Quién de nosotros escribirá el manual federal? Encore un esfuerzo.

Miércoles. Ayer vi Gemini man de Ang Lee, y en un momento Clive Owen habla con el clon de Will Smith desde su escritorio y atrás se ven con claridad los "Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión" que Francis Bacon pintó en 1944. La película atiende a los patrones del arte clásico, a la manera en que Hollywood versionó y reversionó las ideas de soldado, el mercenario y el Estado. Las pinturas expresan la subjetividad de un artista único y arbitrario que se dedicó a recrear violencias y demonios deformes. El clasicismo, el romanticismo y el barroco siempre se tocan. El desafío es encontrar dónde. Gemini man tuvo un presupuesto de 138.000.000 dólares y una recaudación de 173.566.091. Hace unos años el Tres estudios sobre Lucian Freud de Bacon se vendió por 142.400.000 dólares en Christie's.