Lunes. Hoy fuimos con Carmelo al cementerio británico. Había llovido y se sentía la humedad. El cementerio cierra a las cinco. Llegamos a las cuatro, saqué unas fotos y nos empezaron a picar los mosquitos. Pasó un jardinero y le pregunté por la tumba de Torre Nilson pero no me supo decir. Le di las gracias y me recordó que a las cinco cerraban. Cuando se fue, nos quedamos solos, mirando los nombres en las lápidas y las hiedras del verano. Éramos un adulto y un niño caminando y dudando entre los muertos. Finalmente desistí de encontrar al director de cine y nos fuimos.

Martes. Leo a @TanoBols en Twitter: “Imaginate que te falte una mano y tengas que pegarte cachetadas para aplaudir y demostrarle admiración a alguien.” Es mucho mejor lo que él pone en Twitter que muchos escritores que… Etcétera. Cenando con Mia, ella me dijo que yo pensaba de una manera y ella de una forma completamente opuesta. Lo puse en Twitter y el Tano me respondió con una cita de Moby Dick, extremadamente luminosa y precisa. En la cubierta, Ahab sintetiza la base del psicoanálisis con tres gritos donde dice: “Ahora te conozco, límpido espíritu, y sé que para adorarte hay que desafiarte.” Robles me dice que Twitter ya es como bañarse en aguas servidas. El Tano hace que esas aguas sean más interesantes. No limpia, no desodoriza, pero sirve. Guerberoff, iluminado, también en Twitter: “anoche vi La casa del ángel, de Leopoldo Torre Nilsson (1957). El tipo físico y el desorden psicológico del personaje de Elsa Daniel llevan, de manera respectiva, a Janet Leigh en Psycho (1960) y a Catherine Deneuve en Repulsión (1965).” Las fechas marcan también una lectura.

Miércoles. Miro las fotos que sacamos con Carmelo del cementerio británico. Me gustan. Leo y releo la nota de Thomas Rifé sobre Mussolini y sus hijos en RevistaPaco.com. Qué bien está. Ahora también leo los nombres del monumento a los caídos anglo-argentinos en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial.

Jueves. Te conozco, límpido espíritu. ¿Por qué? Porque soy calabrés.