Domingo. Me entretengo leyendo el diario de Bioy. Cada vez que aparece la SADE como escenario de algún gafe o encuentro, no puedo dejar de pensar en esos decorosos valijeros, acomodadas poetas y turistas letrados armen con su sigla el apellido del Divino Marqués. Hay coincidencia que señala la falta con cierta ironía. En uno de sus programas de televisión, Piglia despreció el diario de Bioy, cito de memoria “ese libro horrible que hizo Bioy”, pero al leerlo encuentro tanta empatía… Está realmente bien escrito. Y lo que cuenta, condensado, es de muy interesante a sorprendente. En mi juventud milité la novela como artefacto último de las letras, pero ¿cómo combatir la verdad material del diario?

Lunes. Descargo un pdf del sitio Rusi.org. Título “The Plot to Destroy Ukraine.” Las mayúsculas vienen así. Otro titular: “Detuvieron a una mujer tras googlear cómo envenenar a su pareja.” Lo mató dándole anticongelante en pequeñas dosis. Fue muy indiferente a la muerte. Hubo sospechas. Los peritos encontraron las búsquedas en su teléfono. También había buscado “cómo borrar un historial.” Es una historia como varios pliegues. Si hubiese sido lectora de Agatha Christie, no la agarraban.

Más tarde. Hago tiempo en la terminal de Retiro. Tomo un café y leo La Interpretación de los sueños. En algunas columnas, descubro unas guardas que parecen esvásticas.

Martes. En los diarios de Bioy, Borges a favor de Francia en la Guerra de Argelia. Ambos critican a Lanza del Vasto por hacer huelga de hambre a favor de Argelia.

Más tarde. @TanoBols en Twitter: “Yo soy italiano: pienso en la muerte todo el tiempo.” Leo La gesta argentina por Malvinas de Martin Middlebrook, traducido por Alejandro Amendolara. Lo leo porque entrevisté a Rolando Aguirre, el primer soldado que aparece mirando a cámara desde la izquierda. Me contó que estuvo en Goose Green y que es chaqueño, de Quitilipi, y que la posguerra fue más dura y más larga que la guerra.

Miércoles. Twitter, leo: “en tiempos de Séneca un hombre podía leer absolutamente todos los libros dignos de leerse y le quedaba tiempo sobrante para pensar. No había que elegir. Ahora toda labor creativa exige un acierto constante en la administración del tiempo y en la selección de lecturas.” En tiempos de Séneca te cortabas y te morías de tétanos. Pero aparte de eso, me gusta imaginarme esos templos y esos mercados del año cero llenos de materiales para leer, pergaminos y otros soportes desconocidos que no llegaron a nuestros días. (De paso, rara categoría esa de "libros dignos de leerse", yo iría por los indignos también. Sobre todo si se trata de pensar. En lo que estoy de acuerdo es en la sutil idea de que para pensar no hay que estar leyendo todo el tiempo.)

Jueves. Los jóvenes del siglo XXI que no aprovechen las lecciones del siglo XX serán devorados por el capitalismo, con dolor y sin entender bien qué les pasa. Mientras que, si llegan a los setenta y nueve años de vida, los bebés que nazcan este año del Señor del 2022 van a vivir el decadente fin del siglo XXI y el luminoso principio del siglo XXII. Una piedra más en el camino que lleva a Roma.