Sábado. Renunció Guzman. ¿Quién va a Economía? Todos especulan y yo pienso en el libro que estuve haciendo para el ministerio. ¿Saldrá ahora? Mia Antonella: “Te dije que tenía que salir antes.” Me río. Era algo que todos habíamos anticipado, incluso ellos. Pienso en un ensayo largo, quizás un libro, que se llame Malvinas y el dinero. Cada capítulo hablaría de economía y de soberanía monetaria. Me gustaría seguir la hipótesis de Fernando Cangiano: en la guerra estaba cifrada y se jugaba la economía de las dos décadas siguientes. Deberían ser ideas económicas, duras, científicas, pero no puedo salir tan fácil de la visión historiográfica, ensayística. Cuesta salir de la porquería. Malvinas ofrece muchas hipótesis. Se las escucha todo el tiempo, se las lee, se las dice y repite en los bares, en las cátedras, en los teatros. El desafío es darles cuerpo, encontrar o crear los argumentos, las refutaciones.
Domingo. En algún momento anterior de la modernidad, la paranoia estuvo asociada al arte y a la política. Hoy es una estrategia de mercado. Hace algunas décadas, el paranóico tenía un aura de poeta, de filósofo, un resto de lucidez, algo de las formas de la conciencia. Hoy la paranoia sirve para vender productos, políticas y políticos, seguridad, bienes muebles e inmuebles. (Si realmente pienso esto, la idea general está completamente en contra de lo que puse en un artículo para Paco hace unos días, donde el paranoico se salva del Apocalipsis. Supongo que hay grados: una leve paranoia recreativa y comercial para la burguesía lírica y ociosa contra un paranoico que realmente se aísla y se pone un sombrero de aluminio porque piensa que lo atacan directamente en sus pensamientos..)
Lunes. En agosto voy a dar un taller de edición. En realidad, va a ser como un seminario. Voy a poner todo ahí y después quizás haga un libro. Entrevista a Francisco en Télam. Buena entrevista, buenas respuestas. Sobre ser Papa: “Algunos me dicen que afloraron cosas que estaban en germen en mi personalidad. Que me volví más misericordioso. En mi vida tuve períodos rígidos, que exigía demasiado. Después me di cuenta que por ese camino no se va, que hay que saber conducir. Es esa paternidad que tiene Dios. Hay una canción napolitana muy hermosa que describe lo que es un padre napolitano. Y dice: el padre sabe lo que te pasa a vos, pero se hace el que no sabe. Ese saber esperar a los demás propio de un padre. Sabe lo que te está pasando, pero se las arregla para que vos solo vayas, él te está esperando como si nada sucediera.”
Más tarde. La noche llega pronto a la ciudad en invierno. Camino una vez más por Pasteur. Fui a comprar la trilogía de Jean Lartéguy, en las ya legendarias ediciones de Emecé. Grandes novelistas. Llegando a Córdoba, una vidriera de insumos médicos tiene un esqueleto empujando una silla de ruedas en la que hay un muñeco sin piernas ni brazos con la boca abierta. A la izquierda hay una televisión, como diría Gibson, tuned to a dead channel. En el fondo se ven camillas, bastones, y todo tipo de artefactos sanitarios. El que armó la vidriera lo hizo con humor. Saco una foto y mientras camino por Córdoba pienso que el de la silla de ruedas puede ser el lector. Y la tv ya no amenaza a nadie. Ella también es vieja y obsoleta. En la foto, el esqueleto parece sonreír. Más allá de toda ortopedia, mientras nosotros estemos en la Tierra, él sabe que va a seguir ahí.
Martes. Robles me dice de Alekséi Balabánov: “Leí en algún lado que tenía el proyecto de filmar una película sobre Stalin como jefe de la mafia. Contrató a Willem Defoe y lo llevó a Siberia, donde Defoe se volvió adicto al vodka. Filmaron algunas escenas con Defoe borracho hasta que el tipo se volvió a EEUU con la guita que le habían pagado. Balabanov se fundió y le agarró cáncer testicular.”
Miércoles. Internet cambia las formas de leer y por lo tanto las de escribir. Muy rápido se instala la idea de que se debe escribir más corto porque se lee más rápido, sin concentración, frente a la pantalla. Esta idea es errada. La reformulación que opera sobre la lectura es otra. Hay un borramiento de la idea de la escritura como objeto o artificio. Regresamos a la idea de la escritura como biografía confirmada del sujeto. Si alguien escribe en una red social con aire testimonial y estilo de confesión, comienza enseguida a ser percibido de esa manera. Es el efecto de una nueva tecnología, la digital, sobre la escritura y la lectura. ¿Cuánto va a durar ese efecto? ¿Tenemos que decirlo todo otra vez? A veces cuando estás desorientado o desconcentrado, en vez de mirar la pantalla o la biblioteca, tenés que mirar el almanaque. O como dijo Monk: “Just because you're not a drummer doesn't mean you don't have to keep time.”