Sábado. Ayer, primera vez desde la vuelta de la democracia y la guerra que un presidente abre las sesiones del congreso y no habla de Malvinas. Más tarde, leo una nota en Infobae donde se dice que los británicos ampliaron su zona de influencia en el Atlántico Sur.

Más tarde. No me bajo de mis convicciones por uno o dos locos de mierda.

Domingo. Me paso el día leyendo en la cama. Paso algunos libros de la mesa de luz al colchón y traigo otros de mi escritorio. Sobre dos almohadas está el tomo de Nippur, el libro de Luis sobre Lana del Rey que ya termine y releo, el de Groussac sobre Pedro de Mendoza, que también ya terminé, otro sobre la primera fundación de Buenos Aires, El puchero misterioso de Guillermo David, el libro de Moneta sobre la Antártida del cual leí la mitad el año pasado y ya no me acuerdo nada, y algunos más. De vez en cuando dejo de leer y miro el teléfono o duermo –dormí tres veces por períodos breves–, o voy a la heladera y como algo. No cocino. Me hago un mate. Se hace de noche con esa rutina y me tengo que ir, dejar mi cama de libros. Mañana madrugo porque tengo que acompañar a mi madre que muy temprano, a las siete y media de la mañana, tiene que estar en Saavedra para un cateterismo. Si hay cama para que se quede veinticuatro horas en reposo y observación le van a poner un stent.

Lunes. Hospital de Cemic en Saavedra. Todo sucede con diligencia. No leo ninguno de los libros que llevé. Mi madre está bien. Mientras se repone hablamos de San Brandán y de la primera fundación de Buenos Aires.

Martes. Vuelvo a ver Picado Fino de Esteban Sapir, rodada en 1996, y estrenada en 1998. (Aunque yo creo haberla visto antes de ese año.) La pongo entre las diez mejores películas argentinas de todos los tiempos. Napo me escribe un mensaje inspirado: “Te recomiendo la escucha del primer movimiento de la tercera sinfonía de Beethoven. Prestando especial atención a las disonancias y sobre todo el lugar del discurso en el que las pone. Los vacíos que crea, los silencios. Creo que Beethoven podría llegar a hundirme no en la depresión sino en la derrota total del espíritu. Creo que en el fondo tiene algo de maldad, algo diabólico. Lo que llaman el estilo heroico de Beethoven es bluff. No hay algo del todo afirmativo. Siempre aparecen las sombras, la muerte. Es la lucha permanente. Otra: Beethoven no puede hacer un pasaje bello sin pudrirlo. En la versión de Karajan las disonancias están disimuladas. Pero Rattle las destacada. Un acierto.”

Más tarde. La concentración ¿cómo se logra? Parece que es una decisión, una parte de la voluntad, pero, en realidad, la maneja el deseo.

Miércoles. Terminé de leer por segunda vez Diez maneras de amar a Lana del Rey de Luis Boullosa. Estoy curando mi mate de pezuña y le saqué una foto juntos. ¿Que forma tiene el pop? se pregunta Boullosa. Y la respuesta es el análisis de una larga serie de variaciones sobre la modernidad y el sujeto moderno que, en definitiva, es el romanticismo. Seguimos analizando, y Luis lo hace con especial talento, el impulso romántico, la ocupación definitiva del crítico de hoy. Entonces, la cantante y el mate, y formas del pop. “Porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá.”