Domingo. Veo Los modernos de Guillermo de Carli, estrenada, entiendo, en el 2019: “Los hechos y la evolución de la Carrera de Sociología, una institución que influyó como pocas en nuestra vida cultural y política.” Trasnoché para verla porque me engaché. Los testimonios –es un documental de testimonios– son desparejos. Y las diferentes épocas se tocan apenas un poco cada una. Habría que dedicarle a cada momento de la carrera un poco más. Faltan personajes que yo diría centrales para el campo intelectual, aunque quizás no de la carrera, como Fogwill, Daniel Hopen y Oscar Landi que es mencionado de pasada. Y me quedan muchas ganas de escuchar una entrevista larga a Horacio González.

Lunes. Leo los dos libros de Nippur que tengo y también una vieja colección que Clarín sacó en formato más pequeño que el habitual. Los voy alternando sin orden. “Tanto soñé, tanto soñé que ya/ No soy de este lugar./ No me interroguen, no me hieran más./ En mi calvario no me sigan.”

Más tarde. Hago una lista que incluye las relaciones que hay entre la editorial Columba y la guerra de Malvinas. Primero, la historieta encontrada por Carlos Maslatón en una trinchera del Monte Tumbledown, con la que se hizo una muestra en el Museo Malvinas. Después, Barrón en sus historietas sobre la guerra aérea hace a uno de los pilotos lector de El Tony. Una foto del ingeniero Gaffuri donde uno de los empleados de vialidad se queda dormido leyendo una de esas revistas. La mención de Vilgre Lamadrid en su entrevista en Voces de Malvinas sobre un personaje de Columba. Hay relaciones más allá de la innegable contemporaneidad y afinidad. Se dice que Columba donó revistas para los soldados. No tengo confirmación de eso. Ayer también pasé a buscar por el correo un tomo de la colección que Planeta D´agostini sacó de Nippur. Había pedido el número 26, que tiene la saga del ojo, dibujada por Leopardi, y me llegó el 36, dibujado por Gómez Sierra. Al principio sentí una ligera desilusión y un poco de fastidio. El dealer me dijo que me lo cambiaba. Pero le dije que no, que quería la saga del ojo, pero que este me lo quedaba porque lo empecé a leer y me atrapó.

Medianoche. No puedo dormir. Hay una relación fuerte entre Columba y Malvinas.

Martes. Todos los ídolos de mi juventud envejecen y mueren. Escritores, cineastas, deportistas, músicos. Los veo en Internet, casi en tiempo real, despidiéndose de la vida, apagándose, secándose, siempre talentosos, dando, cada vez que pueden, un poco más. Y mientras tanto yo también me hago viejo, avanzó, pierdo meses y años. La puta que lo parió.

Más tarde. Estuve de visita en FADU. Terminé temprano en el museo y fui para allá. Hay algunos lugares que son muy lindos, la biblioteca, el nuevo pabellón de informática. ¿Qué habría pasado si le hubiera hecho caso a mi padre y hubiese estudiado arquitectura? ¿Despreciaría ese lugar tanto como lo hago con la Facultad de Filosofía y Letras? Aunque todavía no empezaron las clases y la mayoría de los pasillos y las aulas estaban vacías, sentí algo de aprehensión. ¿Y si me encontraba a mí mismo en otra vida, un otro yo, yendo a hacer algún trámite, profesor lateral de alguna materia menor?

Miércoles. El fin de semana vi las dos temporadas de El encargado de Cohn y Duprat por recomendación de Jerry. Cuando terminé, dije que la ponía entre mis cinco series preferidas de todos los tiempos. Me pareció excelente. Los encuadres, las actuaciones, Francella haciéndose una fiesta, el refinado guión que elabora una muy precisa sociología de la clase media alta profesional… Todo me gustó. Me pareció también muy argentino, muy porteño. El edificio elegido es un personaje más. Incluso el barrio, esa zona de Belgrano que conozco bastante. Nicolás Caresano me preguntó cuáles eran mis cinco series preferidas. La verdad es que no lo sé. Six feet under, The walking dead, The Sopranos... Nunca lo había pensado. Tampoco hice una lista de mis películas preferidas. Quizás llegó el momento de hacerlas y dejar de ver películas nuevas para volver a mirar las que me gustaron.

Jueves. Después de un día largo, llego a casa y vuelvo a ver The planet of the apes. La original, la del 68, con Charlton Heston saltando y luchando contra monos humanoides con esa hermosa paleta de colores que solo ofrece el 35 milímetros de la década del 60. Esta vez la veo doblada en YouTube. Algunas de las voces son de los tradicionales actores mexicanos que hacían los doblajes en esa época. Reconozco varios. Por ejemplo, uno de los orangutanes del juicio habla con la voz del jefe de Control del Agente 86. La música incidental heredera del dodecafonismo europeo es hermosa. Y los paisajes le dan algo de western por el desierto y los caballos, e incluso alguna escena de tiros que hay. (También noto cómo influenció la figura de Charlton Heston en la construcción de Nippur, tanto en su físico como en su cara y su manera de moverse y actuar, y los diferentes personajes que hizo.) Así que otra vez con el mismo interés de siempre y la disfruto y esta vez hago un nuevo descubrimiento: el primer guión sobre la novela de Pierre Boulle lo escribió Rod Serling.

Viernes. Dolor de cabeza como hacía años no tenía. Sube de las cervicales y me compromete ojo, frente y cabeza. Imposible leer nada, imposible escribir y aquí estoy, tipeando. Norman Vincent Peale, un párroco protestante que fue amigo de Nixon, dijo alguna vez : “El problema con la mayoría de nosotros es que preferimos ser arruinados por los elogios que salvados por las críticas.”