Viernes. En la librería El Aleph de Almagro, compré por mil pesos un libro de memorias de Valeria Lynch. Leí unas páginas en la mesa de saldos y lo compré. En el subte lo empecé y no lo pude largar. La trama es la vida de una cantante popular. Los detalles de un éxito trabajado de forma meticulosa y positiva asombran. Sin proponérmelo, anduve bastante por Almagro esta semana. Con Carmelo caminamos por Avenida Medrano desde Corrientes hasta Rivadavia. Mientras caminamos hablamos sobre qué significa ser hipster.
Sábado. ¿Qué tiene que hacer un no-escritor para convertirse en escritor? Siempre se escuchan consejos. Siempre. El primero que recuerdo con claridad fue “si querés escribir no tenés que estudiar Letras en la Facultad de Filosofía y Letras.” Y lo escuché en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, mientras cursaba la carrera de Letras. También escuché decir que tenía que estudiar la carrera de Letras, y se lo escuché decir a una persona que jamás había visto un programa de materia alguna de la carrera de Letras. Otros consejos: el aspirante a escritor debe drogarse, ir a la guerra, tener experiencias extremas en el sexo y el amor. Otro más: un escritor debe sobre todo leer mucho. Y Billy Cristal en una película donde hace de profesor de un taller de escritura dice siempre cuando termina su clase: And remember, a writer writes. Un escritor escribe. Esa idea es bastante buena para ser tautológica. Salman Rushdie la mejoró diciendo: “un escritor es aquel que termina lo que empieza a escribir.” Una vez un editor de Planeta me dijo: “El escritor se recibe de escritor cuando escribe una novela.” Todos estos consejos reflejan y responden a muchas ideas diferentes de qué es un escritor. La clave, me parece, es que no hay una sola forma de ser escritor, ni un solo género, ni un solo destino. Para convertirse en escritor lo primero que hay que responder es la pregunta: ¿qué tipo de escritor quiero ser? Y la verdad es que uno siempre escribe lo que puede, mucho más que lo que quiere. Iría un poco más allá: ¿Para qué querés convertirte en escritor? Esa pregunta es buena. Nadie tiene una respuesta nítida. Mi consejo sería: “No escribas, no leas, a nadie le importa, no sirve de nada.”
Más tarde. Hay que pisar el cuervo.
Lunes. Sigo con el libro del submarino. Cuesta pero avanza. Me acuerdo que nos vendían el siglo XXI como el siglo de la información. Pero la información quedo de lado y se transformó en el siglo de la opinión y la pornografía. Con todo, me parece bastante mejor que el siglo XX donde se mataba y se torturaba por nada. ¿Siglo XX? Como decía Iorio: “No te enganchés/ con la ficción/ arma que esgrime/ el mentidor.” Ese inoportuno resto de tierra, decía Freud para hablar de la caca. La frase también se podría usar para hablar de los libros.
Más tarde. A principios del año 2002, el Congreso de la Nación instituyó el 1 de julio como el Día del Historiador por la decisión del Primer Triunvirato que ese día ordenó que “se escriba la historia de nuestra feliz revolución para perpetuar la memoria de los héroes y las virtudes de los hijos de América del Sud, y la época gloriosa de nuestra independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo y la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes.” Claro que una cosa es ordenar y otra sentarse a hacerlo. El que escribió fue el Deán Gregorio Funes. Eligió un buen título Ensayo de la Historia Civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán. También redactó un Bosquejo de la Revolución, la primera interpretación del proceso revolucionario de 1810.
Martes. Escribir implica un desgaste. No descubro nada. Pero me hubiera servido que me lo dijeran antes.