Sábado. Ayer renuncié a Revista Paco después de doce años de trabajo casi diario. No llores enfrente de los mexicanos.

Domingo. Visita al Cabildo donde hay una pequeña muestra de las invasiones inglesas y después, cruzando la Plaza de Mayo, hacemos con Cecilia un recorrido por el ex Museo del Bicentenario, actual Museo de la Casa Rosada. Me gusta que esté sumergido, enterrado, en la vieja aduana Taylor. Su propuesta es muy precisa, un recorrido cronológico por los diferentes presidentes de nuestros doscientos años como nación. Hay galeras, lapiceras, el cadillac de Perón, una jarra con la cabeza de Mitre, muchas fotos y otros artículos que pertenecieron a los mandatarios argentinos, lo cual demuestra lo personalista que es el régimen argentino. Luego en el centro del museo, en un lugar jerarquizado, aparte de la cronología, hay una construcción de vidrio que resguarda una especie de iglú de cemento, un bunker, al que se ingresa por una puerta en grupos de cuatro o cinco personas. Adentro se ve el mural de Siqueiros cuya historia es muy conocida. Se lo hizo a Natalio Botana, el dueño del diario Crítica, en su quinta de Don Torcuato. Estuvo perdido, casi lo sacan del país y finalmente terminó en ese museo. Ahora lo que se dice poco es que el mural, en el cual trabajaron Berni, LES, Castagnino, entre otros, está compuesto por el cuerpo de una mujer desnuda repetido en diferentes posiciones unas diez o quince veces. La temática ¿es tan ajena a la estética de Siqueiros? Al parecer, la retratada es una uruguaya que andaba con el muralista. Los más interesante, entonces, de ese museo es que flanqueando la cronología del poder y su gestualidad, que intenta ser adusta y a veces lo logra, hay un cuarto privado, íntimo y preservado con esfuerzo, donde un erotismo infantil desborda al que ingresa mostrándole pechos redondos, grandes caderas y vulvas explícitas.

Lunes. ¿Qué es lo que hace que un autor trascienda? (¿Qué significa trascender? ¿Tener lectores?) Habría que plantear mejor la cuestión. Reformulo la pregunta. ¿Qué hace que un autor sea leído después de muerto? Cuando un autor está vivo, cuando tiene pares, amigos, colegas, alumnos, críticos, cuando está activo y puede apoyar con su cuerpo lo que escribe es posible que siempre consiga lectores y lecturas. Su mera presencia física apoya su esfuerzo intelectual. Es una cuestión ligada al funcionamiento social de lo que se escribe. Cada tanto vuelvo al asunto. ¿Por qué seguimos leyendo a…? La verdad es que no lo sé. Pesan la tradición, los favores, los intereses, que pueden ser académicos, económicos, políticos, etcétera. Pesa el placer que recibimos en la lectura. Cuando me analizo como lector, cuando analizo qué valoro en lo que leo y por qué vuelvo a determinadas obras y autores hay una serie de temas que me importan, pero también un estilo. Creo que el estilo es lo que más valoro, busco y disfruto. (Aunque es verdad que los temas de mis lecturas –todo lector los elige y los tiene– nunca cambian.) Sin embargo, los temas nunca son tan variados… Se los puede ir reduciendo a dos, el amor y la guerra. Dos temas y miles de derivaciones, filtraciones y préstamos. La guerra, la política, la rivalidad… El amor, el encuentro, la empatía. Pero, al final esas dos únicas historias también se parecen, vienen unidas, hasta cierto punto son indisociables. Entonces es el estilo el que me atrae y al cual le adjudico poderes de permanencia más allá de las historias personales. Como escritor, busco siempre un estilo para copiar. (Es casi mi única forma de leer como escritor.) Como lector que no escribe, el estilo me lleva, me engaña, me arroba, me convence. El estilo, la forma, es lo que hace que la voz de un autor sea escuchada. Para la historia, ¿cómo demostrar que estuve ahí donde estuve? ¿Qué marcas dejo de mi presencia en el mundo? Muy pocas, quizás demasiado sutiles. Muchos años después de que yo muera y vuelva al polvo del que todos venimos el príncipe de Dinamarca va a seguir con sus soliloquios, el caballero de la Triste Figura continuará recorriendo La Mancha, el ensayista insistirá en su torre con su ironía y su sensual conversación consigo mismo, y Virgilio volverá a aparecer frente a Dante en el comienzo de la máxima aventura. Ellos, y tantos otros, están vivos. El tiempo no los mata. Al contrario, su voz se escucha siempre nítida a través de los siglos. Durante algunas épocas puede que se vuelva opaca o se distorsione un poco, pero es inevitable oirla. Nos va a acompañar siempre. El poder testamentario de la literatura está ahí, en esas tramas y esos personajes, que generación tras generación nos siguen hablando. Cuando Carrère título la biografía de P. H. Dick Yo estoy vivo, ustedes están muertos entendía algo de todo eso.

Martes. Me paso la mañana mirando posters de cine de los hermanos Stenberg y de Saul Bass. La mayoría me gustan más que las películas que publicitan.

Miércoles. Erosión de la lectura. Más bien de su curiosidad inicial. Prefiero releer a leer. Y ese sentimiento me trae culpa, una culpa que rápidamente diluyo en la alegría de volver a lecturas que me gustan. Conversación con Napo sobre la relación entre letra y música. Improvisamos una genealogía que se remonta a los aedas, a Homero, pasa por los compositores de madrigales, llega a Wagner –el primer cantautor– y los Cielitos y contradanzas de la revolución de mayo, y alcanza a Gardel y a Troilo. Le propongo escribir una Breve historia de la forma canción. ¿Debería ser un libro nacional o universal? Mejor nacional. Napo: “Wagner era un cantautor con un lanzallamas, el lanzallamas es la orquesta.” La conversación deriva en el arte de imaginar libros. Napo: "Cultivando el arte de los libros hipotéticos." Creo que es un ejercicio positivo. Napo duda. ¿No es perder el tiempo? Le digo que hay gente perversa que imagina libros todo el tiempo y luego, reafirmando su perversión, va y los escribe y, de alguna manera, nos obliga a leerlos.