Sábado. Leo que ya hay pruebas de que la IA puede mentir.
Domingo. Comprendo, tarde y muy a mi pesar, que si no escribo, mi vida mejora.
Martes. El escritor tiene derecho a vivir su actividad como si fuera el centro del universo y su obra fuese a perpetuarse en la cultura como la de esos, los consagrados, que él lee con envidia o devoción. Todos nos pensamos Borges, en algún momento, nos creemos furiosos como Arlt, ácidos y líricos como Baudelaire, analíticos como Piglia, reactivos como Fogwill, capaces de cualquier aventura como Hemingway o herméticos y sorprendentes como Joyce. Se pueden poner los nombres propios a gusto. Creemos eso, que somos esos nombres. Pero no lo somos. Estamos, como ellos también lo están, destinados a ser olvidados, a ser recordados a medias, a veces, más por nuestros errores que por nuestros aciertos. Las bibliotecas se hacen con actores de reparto. Nunca hay protagónicos. Y los escritores contemporáneos hacemos sistemáticos cameos en una película ajena. Ahora el derecho a vivir, escribir y leer como si fuéramos geniales, como si la posteridad nos estuviese esperando, ese derecho lo tenemos. Todos lo tienen. Luego ya llegará el amargo momento de la anagnórisis donde descubriremos la trama de la realidad. O quizás sigamos flotando para siempre en nuestro húmedo manto de engaños. A la larga, no hay tanta diferencia.
Más tarde. Cuando algún alunado dice que Milei es fascista le estás sacando responsabilidad al liberalismo colonialista y vendepatria que es el verdadero responsable de todos los problemas económicos de este país. Mientras que los pequeños intelectuales que apoyan a Milei son los liberales de siempre, o nuevos liberales aturdidos, jóvenes incontinentes, afiebrados de coyuntura, predecibles, afectados, ingenuos, estériles. El único destino que tienen es el de ser señalados a futuro como inconsistentes. Es muy probable que den excusas: “No lo sabía, nunca estuve ahí, no participé, me están difamando.” The song remains the same.
Miércoles. Vuelvo a ver Los chantas de José Martínez Suárez. La película es fallida porque triunfa el tango en vez de la milonga. El drama en vez de la picaresca. Y vuelvo a ver Puntos suspensivos, la primera película de Cozarinsky. Al principio me gusta la estética Godard, la forma, los cortes, me gusta menos cuando se va a Buñuel, no le termina de salir, y mucho menos cuando le mete un poco de Pasolini. (Teorema, los desnudos finales.) Me gusta la forma agramatical. (Según palabras del mismo Cozarinsky.) Creo que la película pierde cuando critica a la Iglesia son lugares comunes. Cozarinsky no sabe nada del catolicismo. Me recuerda a lo que hace el negado de Martin Kohan en Expiación. Son judíos criticando el catolicismo, la curia, la misa… En un momento, un militante le dice al cura protagonista: “cuando vos decís judíos, yo ya sé que se dice Capital.” Me gusta mucho cuando se filma Buenos Aires, de día, de noche, Lavalle, Florida, la calle Corrientes. Creo que, más allá de todo, la película ejerce una influencia muy grande en mí. “Todo lo que es ficción es documento, y todo lo que es documento termina por convertirse en ficción” decía el viejo. De las fotos que saqué en mi viaje a Ushuaia rescato una que me hace sonreír. La saqué en el avión de vuelta. En el respaldo del asiento de adelante que tenía en mi lugar se leía un cartel que decía: “Solo material de literatura. Literatura only.” La frase rotulaba una especie de bolsillo de plástico rígido donde iban las instrucciones, ya famosas, sobre cómo comportarse en el avión. La palabra “literatura” es rara. Me desagrada un poco, aunque nunca del todo como para rechazarla. Quiere decir mucho y dice bastante poco, le falta especificidad, muchas veces pertenece a una jerga, y muchas es usada por gente que no la entiende. ¿Qué es literatura y qué no lo es? Por momentos, la palabra designa una forma de leer –lo que yo leo es literatura…– y a veces designa unas ganas de que algo exista. Los formalistas rusos no la inventaron pero la imprimieron con muchísima fuerza y precisión en el siglo XX. Así las cosas, creo que los autores del folleto de emergencia del avión tienen derecho a usarla.
Jueves. Cozarinsky dice “eso era lo agramatical, esos nos interesaba.” Me quedó eso. Aunque quizás habría que hablar de sintaxis. Sintaxis y agramaticalidad. La disonancia en la sintaxis del cine. Buen título para un paper.