Lunes. Argentina vuelve a cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Los liberales argentinos, una y otra vez, invitan al vampiro a entrar a la casa. Escucho en Youtube el disco Most things haven't worked out de Junior Kimbrough. Buen título. Comenta nuestra coyuntura. Argentina siempre es bailar un pericón con el diablo. Siempre. No hay vuelta. Hay que bailar.
Martes. El relato podría llamarse Cierre de una cuenta. Tenía una vieja cuenta en el Banco Francés. Quise cerrarla por la web pero me pedían que genere un número. Cuando lo generé me pedía el número de una tarjeta que no tengo. Llamé por teléfono. Me dijeron que tenía cuarenta mil pesos en la cuenta. Me hicieron generar otro número. Y me dijeron que podía sacar el dinero con la tarjeta, que no tengo… Al otro día, fui a una sucursal. Hice cola en una caja. Cuando me tocó, le dije que quería sacar la plata y cerrar la cuenta. La cajera me explicó que ese monto no se podía dar por caja. Era por cajero, con la tarjeta que se podía habilitar en... Pero si cerraba la cuenta sí se podía. Tenía que ir al área comercial. Hice la cola y cuando me tocó me pidieron la tarjeta. Como le dije que no la tenía, me preguntaron si quería imprimir una. Le dije que no. Me mandaron a hacer otra cola. Desistí. Finalmente, hoy fui al Banco Francés de mi barrio apenas abrió a las diez de la mañana. Cerré la cuenta y me dieron el dinero. Durante toda la operación leí casi por completo La estructura psicológica del fascismo de George Bataille, traducido por Margarita Martinez. Pero ¿no peleaba el fascismo contra ese modo de vida bancarizado? Escribiendo en 1933, Bataille un poco lo anuncia pero tampoco lo termina de decir así.
Miércoles. En Twitter te pagan por decir lo que no pensás y leer lo que no querés leer.
Más tarde. El 9 de abril murió Yuyo Noé. Alguna vez intenté estudiarlo, acercarme a su obra. Había mucha cola en su ventanilla y decidí, muy rápido, ir a otro lado. Por su cercanía de días, no puedo separar las muertes de Masoch y Noe. ¿Son comparables? Creo que mucho más de lo que parece. No pertenecían a la misma generación pero los dos dibujaron y crearon personajes, aunque Masoch lo hizo mejor y con más continuidad. Noé pertenecía a una generación anterior, aunque vistos desde hoy ambos eran artistas del siglo XX. Es probable que el paso del tiempo, como suele suceder, vaya acercándolos. Noe fue exitoso, un referente al que se recuerda como un joven disruptivo y un viejo prestigioso. Se ganó ese lugar. Tenía un uso atrevido del color y una gran capacidad de concentración. En cambio a Masoch –que para mí fue un narrador mucho más eficiente, con una imaginación más potente y frondosa– se lo recuerda por sus personajes radiales. La pintura de Masoch fue más sofisticada en su diálogo con la tradición y lo popular. Nada garantiza que vaya a tener el reconocimiento que se merece. Y sin embargo, creo que su obra es más intensa, más secreta y feliz, más importante que la de Noe. También murió Mario Vargas Llosa. No creo que coincida en el mismo lugar de Noe y Masoch en el Purgatorio.
Jueves. Repaso las fotos que tengo de Masoch, de su viejo estudio en la calle Malabia. Es muchísimo material. Escribo dos párrafos sobre su muerte, para el final del libro. ¿Por qué? No quiero hacerlo. ¿Tengo que corregir lo que escribí? Me percato que perdí una parte. Había escrito una página más sobre nuestro último encuentro en el 2021. La perdí, ¿Dónde quedó? No importa, pienso. ¿Qué puede importar eso ahora? En su momento sabía, y todavía lo sé, que el libro no estaba terminado. Pero ahora tampoco lo veo con un final. Me recito a ese punto final. Mucho menos si no tengo ni editor ni posibilidades de publicarlo. Como en la computadora, la situación me supera, me paro frente al cuadro que le compré la primera vez que lo conocí. Me acompaña desde hace tiempo. Lo descuelgo y lo pongo en una silla. ¿Por qué? ¿Para conjurar la muerte? ¿Para evocar un pasado reciente? No lo sé, pero el cuadro está ahí y me quedo mirándolo, descubriendo, otra vez, algún detalle nuevo.