Viernes. Tengo demasiados libros. Ya no encuentro lugar donde ponerlos. Debería comprar un mueble más, pero tampoco tengo lugar. Miré precios en Mercado Libre de una estanteria de metal negro, mientras comencé una criba, otra más. Hice una caja de libros para llevar para Las Heras. Y dos cajas más sin destino, y sigo teniendo pilas de libros en todas partes. Armé una caja con libros de Malvinas para donar al museo. Al otro día pedí un uber y cuando estaba saliendo con la caja, que estaba abierta, la portera, sin decir nada, miró adentro y sacó un viejo ejemplar de La trama secreta. Pensó que eran libros que iba a desechar. Le dije que los iba a donar, no a tirar, pero que podía quedarse con ese. La mujer dudo. Pero al final, se quedó con el libro. ¿Sarlo le regaló un libro a su portero alguna vez?

Sábado. En 1996, Travis Lewis, de dieciséis años, asesinó a Sally Snowden McKay, de setenta y cinco, y a su sobrino Joseph Baker, de cincuenta y dos. Los asesinó en la Casa de Sally en Horseshoe Lake, Arkansas. Fue declarado culpable y sentenciado a veintiocho años de cárcel. La hija de Sally, Martha McKay perdonó a Lewis y lo visitó mientras cumplía su condena. Incluso llegó a pelear por su libertad condicional, que le fue concedida en 2018 tras cumplir veintitrés años efectivos. Una vez libre, Martha le ofreció trabajo y lo alojó en la casa de Sally, que había convertido en una hostería. Al poco tiempo, Martha descubrió que Travis le robaba y lo despidió. En marzo de 2020, Travis se metió en la hostería y apuñaló a Martha hasta matarla. O sea, mató a la madre y a la hija en la misma casa con un intervalo de dos décadas. Un vecino avisó a la policía que comenzó una redada. Cuando lo identificaron, Travis huyó y durante la persecución se tiró a un lago donde murió ahogado. La historia cambia si descubrimos que Martha odiaba a su madre pero no sabemos si esto era así, y jamás lo vamos a averiguar.

Lunes. El sábado salimos para ir a la feria de libros de Flores con Carmelo. Hacía calor. En la otra cuadra, encontramos un mueble de más de dos metros, de aglomerado, con estantes de unos veinticinco centímetros. Era lo que yo necesitaba. Alguien lo había descartado y Dios me lo mandaba. Le pedí a Carmelo que me ayudara a llevarla a casa. Pesaba bastante pero estábamos cerca. La cargamos. No entraba en el ascensor así que la dejamos en el garage y salimos. Hoy fui a comprar un serrucho. El ferretero me vendió uno de origen chino, corté la biblioteca en dos, y la subí. Hoy la estuve limpiando y acomodando los primeros libros. Encontré Domingos en Hyde Park de Victoria y le saqué una foto con el serrucho.

Más tarde. Leí que, al parecer, un primo paterno de Beatriz Sarlo, Álvaro Edmundo Sarlo Sabajanes, se presentó en la sucesión como heredero de la ensayista. El hombre tiene ochenta y cinco años y vive en una localidad de la costa bonaerense. No pude encontrar más información.

Martes. Titular de The Economist: “Argentina’s finances just got even more surreal. Scott Bessent says Uncle Sam is underwriting Mr Milei’s laboratory.” Me gusta lo de Mr. Milei. El laboratorio del señor Milei. O sea, la Argentina hoy.