diccionario de juguetes argentinos

Por Juan Terranova. Lunes. Ayer, a las ocho y media, llovía mucho pero igual fui a la presentación de la novela de Sanchiz. El lugar era un galpón al lado de las vías del Sarmiento, pero a la altura de Gascón, donde el tren está soterrado y hay puentes. Había mucha gente, pero el lugar grande, de techos altos, daba una sensación de vacío que me resultó cómoda. El escenario estaba muy bien preparado con luces y muñecos de pájaros gigantes. Me tomé una cerveza, y crucé unas palabras con Enzo Maqueira y con Mariana Kozodij, y después me tomé otra cerveza y recién entonces subió un tipo a hablar de conspiraciones en Australia y de inviernos nucleares mientras mostraba fotos de gatos y soldados africanos en una pantalla.

 

El ambiente generaba una impresión de Peter Greenaway lumpen y como yo estaba con mi piloto azul y mi paraguas de mango de madera empecé a echar en falta que una soprano subiera a cantar, por ejemplo, una versión del aria de Erda en Das Rheingold. O de “Mon coer, s'ouvre á ta voix” de Samson et Dalila. Pero el que subió fue Sanchiz a hablar de grupos de rock imaginarios y refugios antinucleares. Y yo pensé “tiene una voz muy profunda y grave, qué bien contrastaría con una soprano.” Después pasaron imágenes de hongos atómicos y nazismo y ahí me fui al baño y cuando pasé por el pasillo había dos mujeres a punto de entrar en otro escenario, casi desnudas, con la piel muy blanca y pensé en el final de Blade Runner. Volví a casa caminando. Se había despejado. La novela de Sanchiz se llama Las imitaciones.

Martes. Se me hace de noche concentrado en la lectura del Diccionario de juguetes argentinos. Infancia, industria y educación 1880-1965 de Daniela Pelegrinelli (El juguete ilustrado editor, 2010) donde se cruza diccionario, infancia, industria y peronismo. Algunas frases del prólogo e introducción: “1935 consigna 41 establecimientos dedicados a la fabricación de juguetes; en 1947 son 259”, “En 1945 se funda la Cámara Argentina de la Industria del Juguete”, “Allí donde se cruzan el ideal de la niñez con las infancias particulares suceden escenas mucho menos idílicas”, “los juguetes no son inocentes.” La organización por entradas permite entrar, sorprenderse y seguir de forma fragmentaria, verbigracia, lúdica. El libro se puede descargar en pdf del blog de Daniela, La Ludoteca Perfecta, donde también hay artículos y otros links. (Hay un muñequito de hojalata que tiene una valija donde se esconde el mecanismo que lo hace moverse, así que no es el viajero el que lleva la valija, sino la valija la que lleva al viajero.)

Miércoles. Hay un poco de Wagner en Pollock.

Jueves. Compré un libro de Northrop Frye por Mercado Libre y cuando lo fui a buscar por los fondos del barrio del Once me atendió un muy antiguo compañero de estudios. No me reconoció. O quizás sí. Pero de lo que estoy seguro es de que él no se dio cuenta de que yo lo reconocí. Me abrió la puerta, me dio el libro, escuché que me decia “Juan” de una manera levemente confiada. Cursamos juntos filosofía en el CBC. Me acuerdo que caía con una guitarra, vestido de negro y en esa época ya se rapaba la cabeza o ya estaba pelado. El clásico “estudiante creativo” que no termina la carrera porque es demasiado bueno o cool y nunca escribe una línea. Después de eso caminé hasta el Café Harvard de Hipçólito Yrigoyen al 2500. Entré y sonaba una radio AM que pasaba tango y en la televisión sin sonido se veía Crónica. Leí un rato ahí.

Viernes. Crónica titula: “Abusó de su hija, la embarazó, envenenó a sus hijos y se suicidó.” Amenaza de bomba en el museo. Escucho a Bowie toda la tarde.