Lunes. El método no es un palo, una antesala, un prólogo, un mecanismo, el método es parte de la verdad que se busca. Spinoza lo sabía esto. Hay una entrada de Wikipedia que se llama “Soldados japoneses que no se rindieron tras el final de la Segunda Guerra Mundial.” El artículo es muy bueno. La concupiscencia describe sentir deseos, o exceso de deseos, no gratos a Dios. Pero deseo o exceso de deseo no es lo mismo. Leo Experimentos con seres humanos, una novela del escritor cordobés Carlos Schilling que se publicó en el 2013. El primer párrafo de la novela dice así: “Cuando tenía 13 años me gustaba dibujar esvásticas en los cuadernos borradores. Cruces esvásticas y variaciones de las mascaras de Kiss. Empezaba desde la última página y avanzaba en el sentido contrario hasta que los dibujos se superponían a los deberes escolares. La coincidencia siempre era extraña. Una levísima sensación de mareo, un parpadeo desorientado, una búsqueda en el vacío.” Todos somos en algún momento de nuestra vida un japonés que resiste en la selva. Deseo y exceso de deseo.

Martes. ¿La máquina de la empatía? Se me ocurre un relato en el cual los avances tecnológicos nos llevan a la posibilidad de ponernos en el lugar del otro, de sentir lo que siente el otro, de experimentar lo que experimenta el otro, de ser el otro, pero por muy poco tiempo y por una única vez. Entonces el Gran Proyecto Caritas, el Gran Proyecto Empático, que lograría que nos escapemos de nuestro destino de diferencia e indiferencia hacia el otro, intentaría regular y administrar el intercambio, mostrándole a los poderosos lo que significa ser un carenciado, vivir en la miseria, o a los jóvenes y saludables ser viejo y lisiado. La experiencia superaría una frontera, la ceguera o la ignorancia se volverían una excusa. Sin embargo, la pasión altruista, como de costumbre, se vería tergiversa. ¿Por qué? En vez de generar más conciencia, el cambio produciría más rechazo, más racismo, más violencia. En vez de crear un mundo de empatía, el intercambio generaría un mundo de asco donde la gente no soportaría ni desearía bajo ningún punto de vista experimentar la otredad, que finalmente sería percibida como una degradación innecesaria. El relato marcaría así el fracaso de generar una consciencia de forma industrializada, de forma regular, compulsiva, con un mecanismo, o sea, indiferente del sujeto, de su lengua y de su particularidad.

Miércoles. Francisco Marzioni señala que la entrevista al joven escritor se consustancia en infinitas variantes de esto. Pregunta: “Con respecto a tal tema, ¿vos hacés u opinás la cosa equivocada o la cosa correcta?” Respuesta: “La cosa correcta, por supuesto.”

Jueves. Escucho una y otra vez Kamikaze de Spinetta.

Viernes. Leo Moloch de Aleksandr Ivánovich Kuprín. Novela breve, artlteana, escrita a fines del siglo XIX, sobre las desgracias del trabajo. ¿Es para tanto? Qué ambiguo sentimiento de orgullo y degradación me genera pensarme en relación al trabajo.