Lunes. Leo una nota de Sebastián Napolitano sobre Lennie Tristano que tiene esta frase: “Nada de melodía, nada de ritmo. Ahora toquemos.” Parece que la dijo el mismo Tristano. No puedo dejar de leerla, de apreciarla. Me gusta repetirla, reescribirla. “Nada de melodía, nada de ritmo. Ahora toquemos.”

Lunes, más tarde. Eso que de forma algo ridícula llaman “el patriarcado” se acabó hace mucho. Estos movimientos de mini-masas lo que hacen es reflotarlo, vivificarlo, recuperarlo, zombificarlo, para no tener que hacer una lectura de clase, menos convocante e identitaria, ya ocupada por otros actores. ¿Separación de la Iglesia y el Estado? Se trata de fabricar enemigos que parecen fuertes pero no responden. Un gran esfuerzo para no confrontar los mecanismos condicionantes del capital. ¿Un tabu contemporáneo? La pobreza. ¿Otro? La crueldad. (Aunque se puede ser cruel con el cruel, eso se admite y se convoca.)

Martes. Fui a buscar algunos libros que compré por Mercado Libre. Comprar libros siempre me levanta el ánimo.

Miércoles. El dólar subió a 40 pesos. La nación económica cruje.

Jueves. Óptica del Hospital Italiano. Una espera de diez minutos para presentar mi receta y encargar mi lentes. Los viejos de siempre estaban ahí, tosiendo, vestidos sin colores, el pelo canoso, las mujeres un poco más arregladas, con cara de resignación, o con caras serias. Háganme un lugar, dentro de poco vengo, podría decir.

Jueves, más tarde. Paso los mejores momentos de la tarde leyendo la poesía espacial de Sun Ra.

Viernes. Encuentro una obra de Bernard Schultze, sin título, fechada en 1953. Es una abstracción en blanco y negro, con algunos matices de blanco y gris. La uso para ilustrar un artículo sobre lectura y dinero. Aparte de la obra de Schultze, agrego viejos billetes argentinos, diferentes denominaciones pero siempre con la cara de San Martín. El caos del arte y la variación monetaria. Nada de melodía, nada de ritmo. Ahora toquemos.