Lunes. Tuve que ir a buscar unas entradas para el Emergente al local que Locuras tiene en Once. Fui el viernes pasado. Hacía años, quizás incluso décadas, que no entraba. Tomé el subte a eso de las seis de la tarde. Bajé en la plaza y caminé media cuadra. Al fondo del local, en una ventanilla que parecía de un banco, había dos punks esperando que llegara el encargado. Me sumé a esperar y estuve un rato mirando los posters de las bandas que publicitaban sus próximas fechas. Después compré mis entradas y caminé de vuelta al subte. Pero antes de bajar a la estación, caminé hasta el mausoleo de Rivadavia y di la vuelta mirando la obra. Mientras lo recorría, escuché como un pastor evangelista citaba sus lecturas de la Biblia y vi un loco temblando de frío y hablando solo. En las paradas de los colectivos mucha gente esperaba para volver a sus casa.

Martes. Estuve comprando libros de Rogelio Yrurtia, el escultor, por Mercado Libre. Compré una pequeña biografía con fotos de Julio Rinaldini, el famoso libro de Sessa, que me pareció muy bueno, y una carpeta editada por la casa-museo en el 64 con alrededor de treinta fotos de dibujos y bocetos. Pero también compré y empecé a leer Once cuentos negros, de un tal Ricardo Yrurtia, escritor del cual nadie dice nada en Internet y que al parecer no publicó otras obras. Un titular de TN: “Robaron un auto y casi se llevan a un nene que dormía adentro: para frenarlos les tiraron con una papa.” Leo la noticia y la papa no logró frenarlos, desde ya. Apenas fue un gesto de justicia lírica.

Martes, más tarde. El signo lingüístico definido por Saussure no es solo un signo. Es también una teoría del sujeto.

Miércoles. Me llega un correo con el título: “Dolina en el Congreso Gombrowicz.” Leo un poco el mensaje: “En el marco del proyecto Radio Gombro (una radio de 24 horas dedicada al escritor polaco), Dolina y su equipo harán un programa especial en la Biblioteca Nacional.” ¿Qué diría Gombrowicz si escuchara a Dolina? No es tan fácil como parece avanzar una respuesta. Al parecer Gombrowicz se entendía con Sábato. ¿Y de los libros de Dolina? Entiendo que Dolina leyó a Gombrowicz. Y entender qué leyó, con resignada indolencia, Dolina en Gombrowicz, parece, sí, más fácil.

Jueves. Me paso el jueves encerrado hasta altas horas de noche. Me hace bien. Necesito estar solo y en un lugar sin moverme. El silencio de mi pequeño departamento ayuda a nivelar mis humores. Necesito estar solo. El truco es contarse historias que no llevan a ningún lado.

Viernes. Todo lo que hoy es fugaz entretenimiento mañana será tesoro de los archivos. Y parte de lo que hoy es memoria, mañana será equívoco.