Lunes. Debería escribir sobre lo que yo escribo, porque también leo esas palabras. Leo mis propias marcas y las sopeso. Pero no creo que convenga. ¿Por qué? Es como leer las aguas servidas, las deposiciones de ayer.

Martes. Una frase de Alberto Fernández: “Hubo una actitud muy dócil del gobierno de Macri para con el mundo central, pero el mundo central lo acarició y no lo ayudó en nada. Le prestó dinero a altas tasas y un día no le prestó nada y tuvo que recurrir al fondo.” En esa frase resume todo lo que hay que decir sobre el gobierno de Macri.

Miércoles. El agua turbia de la ideología en la pecera iluminada de las redes sociales. “No falta quién le aconseje/ que de ser cortés se aleje.”

Jueves. “La poesía debe ser hecha por todos” dijo Lautréamont, pero el ser humano del siglo XXI es más dado a fabricar pornografía. También es probable que Isidore Ducasse se refiriera a ese tipo de lírica obscena y repetitiva que hoy llamamos porno. Lautréamont y Fortunato Depero eran parecidos, tal vez hayan sido dobles, o un mismo y único vampiro tímido y fotogénico. Releo los ensayos sobre Dante y la Comedia de Borges.

Viernes. Recuerdo una escena. ¿Por qué la recuerdo? A fines de 1997, en París, en la Ciudad Universitaria, un tipo imprime dos páginas en albanés. ¿Es albanés? Le pregunto qué lengua es. Me responde en francés que sí, que es albanés. Intento hablar con él de la situación de Albania, que en ese momento era terrible, enfrentando disturbios sociales y una situación económica crítica. Pero el hombre, no muy joven ni tampoco viejo, no quiere hablar. Dice que no sabe, entiendo que no le interesa. Me hubiese gustado mucho que me contara de qué lugar de Albania era, y si tenía parientes o conocidos en la zona de Calabria de dónde es mi familia. Por lo que vi el albanés me resultaba imposible de leer. Pero el hombre de la impresora no quiso. Terminó de hacer lo suyo y se fue. Más de veinte años después sigo recordando la camisa que tenía puesta, blanca y pálidas rayas celestes. Toda escena de lectura es finalmente una especie de lectura fallida de lo que no conocemos.