Lunes. Leo en el DailyMail: “An australian tourist had her phone stolen by an orangutan at a Bali zoo.” Es probable que le haya hecho un favor. También leo que el perro de una mujer entró a un potrero donde había un camello y la mujer entró atrás y el camello se sentó sobre la mujer y le puso los testículos en la cara.

Martes. Ayer a la noche, granizo. Más tarde, de madrugada, fuertes lluvias con truenos. Dormí despertándome, dando vueltas en la cama. “¿Qué son esos ruidos que no me dejan leer?” pensé o soñé en un momento. De Sinceramente, el libro de Cristina: “Todo está escrito en la Biblia, en el teatro griego y en el Evangelio.”

Miércoles. En los primeros párrafos de Las pseudociencias, ¡vaya timo! Bunge usa una ficción de Tomás Eloy Martínez para argumentar contra López Rega. Una ficción como si fuera bibliografía científica... Recuerdo que Mavrakis se reía de lo bizarro del cuento de Martínez. Pero, veamos, es la primera cita de autoridad del libro. ¿Ya de entrada el epistemólogo galvanizado empieza confundiendo ciencia y ficción? El golpe al peronismo, a ese costado del peronismo, es un guiño forzado pero aceptable. Sin embargo, al seguir leyendo me doy cuenta de dos cosas. Bunge es claro y formal para escribir y eso se agradece pero también es un divulgador anterior a Internet. Por otra parte, poner al psicoanálisis con las pseudociencias implica una serie larga de desconocimientos. Filósofos anteriores al giro lingüístico, filósofos anteriores a Internet. Video killed the radio star.

Más tarde. Leo una columna del arzobispo de La Plata de cara a la marcha nacional de las mujeres titulada con austeridad Encuentro nacional de mujeres. Es una pieza de opinión bien escrita, muy clara. Pide prudencia, contención, y reivindica el rol de la marcha y también el de la iglesia. Todos los párrafos son buenos y al leerla solo atino a pensar: como le gusta guerrear al homo sapiens... Si no fuera por Dios y la fe, Mario, ¿qué sería de nosotros?

Jueves. Volví a la librería La Chispa en Flores, muy cerca de la plaza, sobre la calle Varela. Es pequeña y polvorienta como la recordaba de mi anterior visita y la atienden dos venezolanos. Estuve revisando la colección de Octaedro una vez más con la misma sorpresa. El catálogo incluye Bukowski, Fante, Saer, Puig, Walsh, Kerouac, Burroughs, Hemingway, Faulkner, Lispector, Bataille, Gombrowicz, Beckett, Tabucchi, Boris Vian, John Berger... Y no solo un título, sino varios, cinco o seis de cada autor. Sin duda atrás de esas ediciones piratas hay un lector y un lector que sabe bien qué ficciones leen los argentinos. Compro El Farmer de Andrés Rivera. Es un libro pequeño, casi sin márgenes en la caja interna y letra pequeña. Robles tiene algunas hipótesis paranóicas sobre quién o quiénes hacen esos libros. En el pie de imprenta del que compré dice que el libro se imprimió en México y da la dirección de Avenida República Argentina 231 en el DF. Estoy seguro que es una ironía. Me gustaría tener todos los libros de Octaedro. La colección completa. ¿Qué pensamos de esa piratería festiva, estimado Mario? Después de la visita a La Chispa vuelvo caminando y paso por algunas de las galerías de Flores. Mientras tanto, intercambio mensajes con Robles y hablamos sobre el gótico porteño y la magnética degradación que sufre el ambiente en el recorrido que va de Caballito a Liniers.

Viernes. Jorge Asís parafraseando a Beckett: “Macri fracasó: córrase y deje fracasar a otro.”