Lunes. Disney World suspende sin goce de sueldo a 43.000 empleados. La fantasía está en otro lado. No en la televisión de aire, desde ya. Ahí el monovirus se instala como monotema y todo está en mono. No hay posibilidad de estereo. Aunque, cada tanto, algo nos sobresalta. Los números de muertos son deportivos pero no logramos ignorarlos del todo. Argentina tiene la situación bajo control comparada con otras naciones del mundo. La sensación es de solidez. Por primera vez, nuestra paranoia nacional nos ayuda.

Martes. Hoy 13 de abril cumple años Jacques Lacan, el profesor que reeditó el barroco para encontrar una cura imposible. Mientras la televisión se desintegra en vivo, pienso que un hombre encerrado con YouTube nunca es un hombre preso. Y que un hombre encerrado con TV de aire es un condenado a muerte.

Más tarde. Televisión imposible sería un buen título para una nota sobre el encierro. Veo en Netflix el documental sobre Miles Davis. No está mal, buenas fotos, buen material de archivo. Cuando Miles cambia y empieza a hacer esa especie de acid jazz, para la época de Bitches brew, en el subtitulado leo una frase: “Es la música cósmica de la jungla.” También iría como título. Mientras tanto, Internet nos baña en miles de datos que van entretejiendo una saga planetaria con millones de personajes y situaciones. Los ataúdes de cartón en Guayaquil, los muertos en la calle, las fosas comunes de Hart Island y su millón de fantasmas, los conventos zombificados de Italia, un hombre lobo suelto en Chiapas, Alberto como un personaje firme de la serie Law & Order, el papa Francisco mostrando la épica de la resistencia católica, Brasil probando una vacuna y matando diez personas…

Miércoles. Ayer, de la biblioteca, agarro Kaputt en italiano. Lo leo hasta las cuatro de la mañana. Me acuesto bien y me despierto resfriado. Escucho el Concierto para piano y orquesta número 23 de Mozart tocado por Hélène Grimaud. Rezar y escuchar música en cuarentena, dos actividades que nos conectan con Dios.

Jueves. Volveré al Tannhäuser. Volveré a su prédica del deseo, el amor, la amistad y la miseria. Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me emociona la música que escucho.

Viernes. Según Plutarco un vidente le había advertido del peligro que lo amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo ya han llegado.” A lo que el vidente contestó compasivamente: “Sí, pero aún no han acabado.”