Lunes. David Lynch es de capricornio a 30 grados. Lo acabo de googlear. Era evidente. See the job. Do the job. Stay out of misery.

Martes. En el séptimo capítulo de la serie The time tunnel, los científicos que están perdidos en todas las épocas viajan a Troya y participan en una batalla. Desde el comando del túnel les mandan una ametralladora y una bolsa de granadas para que rechacen un ataque troyano al campamento griego. Veo la serie de forma fragmentaria en un sitio de series viejas. Es muy buena.

Miércoles. Se sabe que Arlt cursó parte de la escuela primaria en Paramaribo 610, actualmente Fragata Sarmiento y Neuquén. A los dieciséis, sin terminar su educación formal, se fue de su casa viviendo en pensiones. Entre 1920 y 1924 se va a Córdoba donde se casa por primera vez y hace la colimba. Ahora vivo en el barrio de Arlt. En realidad, siempre viví cerca. Pero ahora vivo en un piso nuevo, y a veces, cuando duermo, sueño que el edificio se desmorona. A veces incluso, en el sueño, tengo la sensación del desplazamiento de paredes y techos.

Miércoles, más tarde. Es muy difícil escribir si todo el mundo sabe que estás ahí y quiere contactarte por cada uno de los medios tecnológicos de los que dispone. Al mismo tiempo, resulta muy difícil imaginar dentro de esos medios continuos y su abrasivo poder de mitologización. La televisión es una máquina de sorpresas en medio de su propio tedio. Internet nos baña en miles de datos que van entretejiendo una saga planetaria con millones de personajes y situaciones. Los ataúdes de cartón en Guayaquil, los muertos en la calle o convertidos en una cifra deportiva, las fosas comunes de Hart Island y su millón de fantasmas, los conventos zombificados de Italia, el hombre lobo suelto en Chiapas, Alberto como un personaje firme de la serie Law & Order, el papa Francisco mostrando la épica de la resistencia católica, Brasil probando una vacuna y matando diez personas… ¿Cuál es la salida? La paranoia, uno de los mejores insumos del novelista, nos ha sido arrebatada. Por mi parte, yo escribo una novela de viajes. Esa es mi salida. A ir contra la hiperrealidad, a ser destruido por el insuperable caudal de relatos que giran hoy en el mundo, prefiero la fuga interior a lugares externos. A eso le agrego YouTube, un buen aliado para generar la basculación necesaria entre dispersión y concentración.

Jueves. Gogui dijo en Facebook: “el rock no se lee, el rock se toca.” Interesante que en el rock no haya lectura, sino experiencia táctil, memoria, oído. Leer y tocar como arte de la música erudita, no la popular. Jamás consigno acá el rock que escucho. Entiendo que es un poco por pudor y otro poco responde a un gesto snob. En realidad, no hay excusas. Siento que es un música que no hace falta leer y sobre la que tampoco quiero escribir.

Más tarde. Una cita de Oscar Ledesma, héroe de guerra argentino: “Malvinizar es importante en el sentido de bucear en la verdad, corroborar conscientemente los hechos y difundir los mismos como tesoro de la patria, ajeno de intereses partidistas, oportunistas y fábulas bélicas.”

Viernes. Para un proyecto de ensayo repasó a Echeverría, a Lugones, a Quiroga, a Arlt. Quiroga tiene todavía mucho para trabajar. Fue un escritor muy rico, que dejó una manera de escribir y entender los libros y la escritura bastante obturada. Leo Las fuerzas extrañas de Lugones una vez más y me doy cuenta de que El Aleph de Borges es la reescritura de muchas de las tramas que tienen esos cuentos.