Mundo Cine

Esta columna se publicará, o se publica, o se publicó, el lunes 17 de marzo. Un día después, el martes 18, será o es o fue el anuncio de la programación completa del vigésimo sexto BAFICI. Pero una semana antes del 18 se anunciaron veintiséis películas de la edición. Aquí dos de ellas que me gustan particularmente y que están conectadas porque ambas transcurren en casas que son palacios, en ambas sobrevuelan fantasmas, en ambas hay diversas máscaras y ambas son de esas películas que pueden pasar desapercibidas en un festival y merecen ser vistas. 

Gene Hackman cumplió noventa y cinco años a finales de enero. Y la noticia de su muerte se conoció a fines de febrero, pero se investigan la fecha y las causas. Investigar investigaba Hackman en Night Moves, aquí llamada Secreto oculto en el mar, de Arthur Penn, de 1975. Pero vayamos a la otra punta de la vida. El año de nacimiento de Hackman: 1930. El mismo año en el que nacieron Jean-Luc Godard y Clint Eastwood, nada menos (¿habrá gente que estudie la capacidad de un año en particular de producir talento?). Godard decidió morir en 2022, pero trabajó hasta cerca del final. Eastwood sigue en este mundo, y hace muy poco se estrenó su última película, que siempre esperamos que no sea la última. Hackman se había retirado de la actuación hace veinte años.

Cifras y otras realidades -la última película de Clint Eastwood no pasó por los cines en muchos países, por ejemplo- podrían llegar a indicarnos que el cine se está haciendo cada vez más chico. Sin embargo, incluso en este contexto, o sobre todo en este contexto, puede aparecer una película que se presente, orgullosa, como si no le importaran esas cosas, como si decidiera ignorar que la película más vista de 2024 fue Intensa-mente 2 o Moana 2 o alguna de esas. Es decir, mientras vemos los peligros de un cine más empequeñecido, aparece una película de las grandes, de esas que pueden refundar por sí solas las ganas de ver cine en la mejor pantalla y con el mejor sonido posible. Eso genera Un completo desconocido -y hay que anotar el título original A Complete Unknown por cuestiones obvias y para que ya suene la canción- de James Mangold, la película que cuenta a Bob Dylan entre su llegada a Nueva York y la electricidad de Newport 65.

En este mes que comienza, el 22 de este mes que apenas comienza, es decir el 22 de febrero, es decir el 22 del 2 -los tres patitos-, se cumplirán 125 del nacimiento de Luis Buñuel, a quien hay que recordar siempre, y quizás más aún -más que siempre, qué tontería- cuanto se están por cumplir un siglo y un cuarto de su nacimiento. Qué significativo nacer en 1900 y definir el siglo por explorar y expandir el cine, el arte del siglo XX. Ya viejo, decía Buñuel en Mi último suspiro, el libro que uno debería tener si se pudiera tener un solo libro: “El año pasado calculé que en seis días, es decir, en 144 horas, no había tenido más que tres horas de conversación con mis amigos. El resto del tiempo, soledad, ensoñación, un vaso de agua o un café, el aperitivo dos veces al día, un recuerdo que me sorprende, una imagen que me visita y, luego, una cosa lleva a la otra, y ya es de noche.” 

Juror #2, Juror Nº 2, Jurado #2, Jurado Nº 2, Jurado nº 2. La última película de Clint Eastwood, desde el título, se plantea como una molestia, como algo que no encaja. En Wikipedia el título de la entrada es “Juror No. 2”. Y luego puede leerse que “el título correcto de este artículo es Juror #2, pero, debido a limitaciones técnicas, no se puede representar correctamente”. Si uno investiga las “limitaciones técnicas”, dice así “Caracteres prohibidos. Los títulos de los artículos no pueden contener los siguientes caracteres: # < > [ ] | { }”. Una película difícil para ser comunicada, para ser vendida, ya desde su mismo título. Dicen que más de un espectador más bien desatento -la mayoría de los espectadores posibles- no quiso ver la película porque “no había visto la primera parte”.

Vi, casi dos meses después del estreno en los cines, Joker 2, que no se llama Joker 2 sino Joker: Folie à Deux. Pero acá le pusieron Guasón 2: Folie à Deux, que tiene dos dos en el título, porque deux es dos. Sabía que en el momento del estreno la mayoría de la crítica había publicado artículos en contra. Y sabía que era -es- una película de Todd Phillips, que nunca había hecho una mala película -sí, digo dos veces película- y que había hecho por lo menos dos de esas que podemos decir geniales, porque están tocadas por el genio, el duende, el hada, la gracia, vapores y humores inasibles pero evidentes que podían venir de Phillips y/o con los que Phillips actuaba de mediador porque venían de otro lado. Pero no hablemos de estos esoterismos. Además, Joker 2 había enojado a parte del público (molestar a los dos entes, la crítica y el público). Seguramente haya enojado a esa parte del público que no quiere ver cine sino ver una marca de tal o cual sello de superhéroes y no sentirse defraudado.

Estamos cerca de fin de año, este es mi último artículo para Hipercrítico de este año bisiesto (y demasiado par) 2024. Se publicará cuando falte algo así como 2,367% del año por transcurrir. ¿Les parece poco 2,367%? No es tan poco. Igualmente, este es un artículo mucho pero mucho más cercano a fin de año que esos “resúmenes” que llegan apenas termina noviembre, ¿qué les pasa? Cada año se adelantan más y más y más los “cierres y balances del año”. Se calcula -me dijo la IA, o quizás les esté mintiendo- que en las próximas décadas esto se seguirá adelantando y, después de dar por concluido el año en febrero y tomarlo como lógico y con gente compartiendo su canción más escuchada del año en las redes en el primer trimestre, algún tiempo después -sin darse cuenta- esta gente cerrará el año otra vez el 31 de diciembre, como se solía hacer en el siglo XX. Ya no importará, de todos modos, ni eso ni ninguna otra clase de precisión.

En el año del estreno de Megalópolis -es decir, este año, año par sin mundial de fútbol- su director, Francis Ford Coppola, estaba a cincuenta años, medio siglo, cinco décadas, diez lustros, del estreno de El padrino II y La conversación. No vi todavía Megalópolis, pero la idea de estar a cincuenta años de un momento en el que un cineasta estrenó semejante dúo de películas es impactante, o me resultó impactante. Es impactante en términos de “no puede existir alguien que haya presentado esas dos tremendas películas en un mismo año” y también es impactante en otros términos, al pensar en 1974, año par con mundial de fútbol, ganado por un país que no existe más. Y al pensar que quizás hoy en día haya que explicar más que antes qué significa lustro, tanto en su sentido de período de tiempo como en el de la primera persona del singular del presente del verbo lustrar.  

Hace unos meses se anunció que Horizon de Kevin Costner se estrenaba en Max tal día de agosto, creo recordar. Ese tal día no estuvo, de eso estoy seguro. Falsa alarma. Pero ahora sí está finalmente disponible en la plataforma en cuestión, sin pasar acá por las salas de cine. Y yo no pude, no puedo, no podré.

La sustancia de Coralie Fargeat es, podemos decir, el hit del año. Sí, claro que los mayores éxitos en términos de entradas vendidas fueron son y serán Intensamente 2 y Mi villano favorito 4, pero en términos de una película que no sea animada, que no sea parte de una franquicia y de todo eso que ya sabemos -es decir más bien perteneciente a eso que solíamos identificar como cine con mayor frecuencia en el pasado- La sustancia es con creces eso que ahora suelen llamar un notable “caso de éxito” (creo que en algún momento la cantidad de vocabulario se va a reducir a casi nada y la gente va a hablar solamente con términos de marketing o siglas convertidas en palabras, ya se acerca el fin del mundo, ATR).