Hace unos veinte años, o quizás más, en las reuniones de la revista El Amante, Quintín decía que si una película terminaba con una canción de Van Morrison era buena. Eran los años finales del siglo pasado y los iniciales de este siglo, y había un puñado de películas con buen espíritu, con el soul de Van the Man para cerrar sus relatos con emoción. El León de Belfast sonaba al final de, por ejemplo, El oro de Ulises (Ulee’s Gold, Victor Nunez, 1997), con “Tupelo Honey”. A escuchar “Tupelo Honey”, otra vez, ahora mismo. Y cómo suena, qué permanencia, que falta de miedo a ser cálida, qué alejada de la tibieza y la medianía. “Tupelo Honey” es de 1971, tiene 50 años y decía, entre otras cosas, “You can't stop us on the road to freedom” (“no podés detenernos en el camino hacia la libertad”). Van Morrison siguió siendo el León de Belfast, siguió siendo Van the Man. Y el año pasado, mientras pilas de ridículos cantaron loas al encierro en maltrechos coros tecnologizados, Van Morrison -muy poco acompañado- hizo honor a las tradiciones de su música y se mantuvo firme y no asustado.

Buena parte del mundo, a casi medio siglo de “Tupelo Honey”, había decidido que no quería enterarse de la libertad, de la responsabilidad individual, del cuidado de los niños. Buena parte del mundo -adulto, o autodenominado adulto- quería que “lo cuidaran”. Gente que uno respetaba le agradecía a diversos políticos por “cuidarlos mucho”, eso pasó y todavía quedan algunas dosis de memoria. Mientras tanto, se hipotecaba el futuro de mucha gente que no podía trabajar, se les impedía a muchos niños estudiar, se reprimía a una señora por tomar sol y se asesinó a gente joven meramente por osar salir de su casa. Y Van Morrison hizo canciones veloces, urgentes, casi descuidadas, pero con lo que había que decir, con lo que el rock y sus satélites debieron decir y casi ninguno dijo (algunos incluso hicieron canciones oportunistas melosas y miedosas; ay Alice Cooper). En las redes sociales hubo mucho periodismo -y otras especies- diciendo “quedate en casa” mientras ellos decían sus sandeces en estudios de televisión. Y mucha gente no sacó a sus hijos a la calle, a respirar, a correr, a patear tachos de basura. Y el uso y abuso de pantallas en el hogar, más el no salir y no poner el foco en algo más lejano, hicieron estragos y ahora hay una “epidemia de miopía infantil” (me lo dijo hace unos días y en persona una oftalmóloga con mucha experiencia). Y el que no quiera ver la epidemia de obesidad acrecentada por no moverse, que no la vea: el rey está recontra desnudo. Y a los “quedate en casa”, de acá y del mundo, Van les cantaba “No more lockdown” (“No más cuarentena” o, para ser más estrictos, “No más encierro” o “No más confinamiento”). También cantaba, en “Born to Be Free”, que la nueva normalidad no es normal en absoluto, que la gente estaba amnésica y ni se dignaba a recordar el Muro de Berlín. Van luchó para que volviera la música en vivo mientras otros le cantaban “Imagine” a un teléfono sentados en sillones blancos en mansiones. Van seguramente también tenga una gran mansión, pero -oh, excepción- sabía que había mucha gente que tenía que salir para trabajar y que no la dejaban. Entonces hizo lo que había que hacer, y cantaba y repetía con claridad al final de “As I Walked Out”: “Why are they working, and why are we not?” (“¿Por qué ellos están trabajando, y por qué nosotros no”?): la pregunta básica, mínima, lógica; la pregunta humana. Y a Van Morrison lo dejaron desoladoramente solo, pocos se animaron a asociarse con él. Uno de ellos fue Eric Clapton y juntos se preguntaron en “The Rebels”, “where have all the rebels gone?” (¿a dónde se fueron todos los rebeldes?). Y decían que ahora los rebeldes se habían escondido detrás de pantallas de computadora. Juntos también cantaron que “This Has Gotta Stop” (“Esto tiene que parar”). Y Clapton cantó “Stand and Deliver”, compuesta por Van Morrison. Todas estas canciones están para escuchar con facilidad, y pueden leer las letras, y pueden ver los videos de las que tienen video. Y también pueden leer cómo el Ministro de Salud de Irlanda del Norte habló contra Van Morrison, y cómo la Rolling Stone se puso del lado de las autoridades y en contra de Van Morrison. Escuchen a Van Morrison y a Eric Clapton, unos viejos más sabios que casi todos los demás (otro músico, más joven, combativo y con humor, es Zuby; no es mi taza de té musical pero su cueta de Twitter @ZubyMusic está muy lejos de cantarle “Imagine” a un teléfono). Y en cuanto a esta nota de Rolling Stone y a tantas otras notas en los medios, lo mejor es ponerles bien fuerte  en la cara “Ya no sos igual” de 2 minutos. Contra los medios y los ensoberbecidos -quería escribir esta palabra y cuando uno quiere decir algo lo mejor es decirlo-, contra los que reprimieron o ayudaron a reprimir, contra el daño a los más indefensos (los niños), Van the Man. Los demás, se van.