En estos días previos al Bafici -o cuando lean esto quizás ya con el Bafici número 23, del año 2022 ya empezado-, suelen abundar las preguntas sobre qué ver en el festival, qué es aquello que uno no debería perderse. Yo creo que no hay que perderse el festival, o mejor dicho no hay que perderse la oportunidad de perderse en el festival. No se me ocurre mejor manera de lanzarse al festival que lanzarse a la aventura y avanzar sin recomendaciones. Ir a todo lo que se pueda, a todo lo que sea accesible según horario y conveniencia. Y este bien podría ser el fin de la columna. Pero como mi recomendación de no guiarse por recomendaciones nunca es tenida en cuenta va algo así como un hilo, un atado de conexiones, un fluir de recomendaciones, un mapa digresivo que se apoya en algunas pocas películas de este Bafici.

Action es un cortometraje de solamente seis minutos, un plano secuencia de un rodaje que va saliendo mal y después incluso peor; esta es una comedia llamada “acción”. Acción hay y de la buena en Leonor Will Never Die, película filipina que es de esas fiestas cinematográficas que deberían estrenarse y no solamente darse en un festival. De Filipinas también llega un corto llamado We Were Never Really Strangers, que presenta un romance diáfano. Una película extraordinariamente diáfana del festival es Malintzin 17, que incluye palomas, palomas vivas. En cambio palomas muertas, un montón de ellas, presenta el corto -muy corto- 156 Pigeons. Busco la fila 156 del excel de programación del Bafici y encuentro el cortometraje After a Room, que tiene una de las mejores secuencias nocturnas de este festival, con un bar como refugio, y también tiene desnudos. Desnudos también hay en The Affairs of Lidia, y en Pleasure, y en Así se rodó carne quebrada. Esta última es algo así como un making of de una película pornográfica que no existe. Y el cortometraje Porno 3079, de ciencia ficción, incluye una selección de fragmentos porno de los más excelsos e imaginativos que puedan encontrarse y que existen, o existieron. De sexo se habla mucho más en Viejas que hierven y también en Marlén, retrato de unas tetas peludas. Hay un triple retrato de tres admirables entrenadores en 3DT, que como es de básquet va bien, es una ventaja, eso de que sea triple. Otro deporte de esta edición del Bafici es el boxeo, presente en la película japonesa Small, Slow But Steady y, claro, en Rocky vs. Drago: The Ultimate Director's Cut. Revisé esa Rocky, la IV. Y también revisé la tercera y llegué a la conclusión de que Sylvester Stallone quizás haya sido el director de los ochenta que mejor haya aplicado las enseñanzas de Serguei Eisenstein acerca del montaje. ¿Stallone y Eisenstein? Sí, hay conexiones… las películas se relacionan. Por ejemplo, la riqueza que viene del agua conecta a L’abondance de la retrospectiva Pascale Bodet, a Reflejo de un pescador y a En djevel med harpun / El arponero. Y también hay otras conexiones admirablemente sinérgicas que se muestran en esta edición, como la que hay entre Raúl Zurita y el rock en Zurita y los asistentes, uno de los largometrajes chilenos de nuestra programación. Otro es El pa(de)ciente, una comedia familiar pero más todavía una comedia médica, todo un logro excepcional con esos componentes y algunos otros. También está relacionado con la medicina el corto finlandés Subserotic Bulge, en el que se habla de los resultados de comer un poco de meteorito. Comida mucho más tentadora hay en Reinventing Mirazur. Eso, reinventarse, y mirando la tradición. Repensar, trazar un nuevo mapa y sorprender desde la pasión por el legado, apostar a rehacer desde la pasión. Venir, encontrarse, mirar películas, si es posible todas esas de las que no sabés mucho más que el título, el horario y la sala cerca -o tal vez lejos- del Obelisco en la que la dan. Esas películas que todavía no sabías que te gustaban. Ese cine, todo ese cine y ese mundo que tenías que recuperar.