Terminó otra edición del Bafici, la número veinticuatro, la del año 2023. Si no se hubiera suspendido la edición de 2020 esta tendría que haber sido la edición número veinticinco. Y las notas de prensa habrían hablado del cuarto de siglo, y otros habrían prestado atención al detalle de que en realidad entre el primer Bafici, el de 1999 y este de ahora solamente habían transcurrido veinticuatro años. Claro, entre edición y edición. Pero los festivales empiezan antes de que empiece efectivamente la edición. Bah, el trabajo en un festival, no “el festival”.
Bueno, en síntesis, que el Bafici todavía no ha cumplido ni un cuarto de siglo -pero casi- y tampoco veinticinco ediciones. O en realidad un poco sí, porque la edición 2020 la programamos y hasta teníamos escrito el catálogo. Pero no existió hacia afuera, aunque sí hacia adentro. Bafici: veintipico de años, para darle un poco de precisa imprecisión y de alcance más anfibio a la cifra. Además, dado que trabajo en el Bafici en diferentes roles desde la edición 2001, puedo decir que llevo veintipico de años en el festival. También estuve en los dos primeros, pero no trabajando dentro del festival sino como crítico de la revista El Amante. Veintipico, también son veintipico de años en los que hice la grilla de programación del festival, es decir los horarios, días y cines de cada una de las películas. Veintipico: tengo tres hijas, que entre las tres suman veintipico de años, y las tres nacieron un día veintipico de un mes par. En los días veinticuatro, veinticinco y veintiséis. Raro, raro y muy ordenado y preciso. La más pequeña incluso nació durante las fechas de un Bafici. ¿Durante? Bueno, en realidad no porque nació en un día del Bafici que no ocurrió, el de 2020, el día en el que habrían ocurrido las deliberaciones de los jurados.
Y más veintipico. Reviso las cifras de entradas vendidas y de invitaciones de estos últimos años, los veintipico de las ediciones veintipico y veo que la suba con respecto al 2022 (la edición veintitrés) es de veintipico por ciento: un veintitrés por ciento, y estamos en 2023. Es decir, esta edición, la veinticuatro, es decir la vigésimo cuarta, fue mucho más convocante que la anterior, y ese mucho se cifra en un veintipico. Esta nota es un festín, o un disparate delirante, de veintipicos. Hay otros detalles de veintipicos, y es que desde hace un par de años los más veteranos estamos notando la bienvenida presencia de público joven. Público de veintipico, o incluso de menos de veintipico, algunos del último año de la secundaria o que apenas han terminado la secundaria. De hecho, en la primera función de la copia restaurada de Nadar solo de Ezequiel Acuña, a veinte años de su estreno en el Bafici, había veintipico de espectadores que o bien no habían nacido en el estreno o apenas caminaban en 2003. Y sucedió algo similar en muchas funciones de clásicos de terror y también de cortos extranjeros, como por ejemplo en las funciones en las que Tokio Ohara, la directora y protagonista de Bird Woman, se hizo presente con la llamativa máscara que trajo desde Japón, desde donde viajó veintipico de horas en aviones hasta llegar a Buenos Aires. También viajó veintipico de horas Rajat Kapoor, el director indio que tuvo su retrospectiva y fue jurado. Fue su primera retrospectiva, y fue la primera retrospectiva de un director contemporáneo indio en estas veintipico de ediciones. Kapoor sentado en un banco mirando tango fue una de las veintipico -o muchas más- imágenes que ya sé que me quedarán en la memoria de este festival que terminó hace veintipico de horas. Otra imagen, muy en movimiento, es Lucía Seles corriendo hacia la pared revestida de madera de la sala Lugones para hacer una vertical, en una de sus memorables presentaciones de sus películas, o videos, que quizás ya sumen veintipico o lleguen a esos números muy pronto. Fue un Bafici de especial energía, con mucha gente, mayormente con una extraña felicidad, una suerte de burbuja frente a la catarata de noticias alarmantes de todo orden que nos rodeaban, mientras los invitados extranjeros -veintipico multiplicado por tres- veían que les convenía cambiar de a poco sus dólares o euros porque al otro día podían llegar a valer aún más. Para terminar, la cantidad de gente a la que quiero agradecer por el trabajo realizado en esta edición es mucho más que veintipico, eso seguro.