Este texto no es sobre la crítica como disciplina ni tampoco sobre un artículo crítico en particular. Es sobre la crítica, una crítica de cine, una mujer estadounidense crítica de cine, la crítica fundamental que Quentin Tarantino puso -otra vez- a circular en diversos medios de comunicación a partir de anunciar que su décima -y, según él, última- película iba a estar basada en parte de la vida y la obra de la crítica de cine Pauline Kael.
Los kaelianos de siempre -bueno, de los últimos treinta años- nos alegramos pero no nos sorprendimos, la memoria de Kael -murió en 2001- merecía estar explícitamente -porque de otras formas ya estaba- en el crucial cine de Tarantino. Para quienes los noventa y las librerías de saldos -y luego los pedidos por Amazon- fueron fundamentales en nuestras exploraciones de lectura de crítica y críticos, al toparnos con Kael habíamos modificado nuestra manera de pensar y practicar la escritura sobre cine. Y para qué escribir en primera persona del plural si quiero decir yo, y yo digo que El Amante, Oscar Wilde, Truffaut, Godard y Pauline Kael, y después ya debería entrar en mayores detalles y explicaciones y consideraciones y excepciones. Kael era la rebelde, la que le discutía a Andrew Sarris y a otros autoristas de los intensos -no se olviden de los guionistas y los actores, desafiaba Pauline- y escribía en primera persona. Y traía a aquellos lugares en donde escribía o hablaba sus evidentes capacidades literarias, y lo primero que podíamos llegar a percibir era su insolencia, pero no por mera pose sino por talante genuino, por energía, que ahora decimos energía y talante kaelianos en la escritura y en la mirada. La mirada y todos los sentidos -cuanto más, mejor- que se ponían en juego en la experiencia de ver una película. Esa experiencia, para Kael, podía ser amorosa, erótica, intensa. Basta ver los títulos de la mayoría de los libros de Kael (pongan “libros Pauline Kael en Google) para notar las referencias sentimentales y sexuales, componente básico -para Pauline- del cine y sus atractivos. El otro atractivo básico era, según Pauline y según más gente sensata, la violencia. En ese sentido, el título de su libro Kiss Kiss Bang Bang lo resumía notablemente. Decía Kael en la primera página del libro: “La frase Kiss kiss, bang bang que vi en el afiche de una película italiana resume, en los términos más concisos imaginables, el incentivo básico del cine. Este incentivo que nos atrae y a la larga nos hace desesperar cuando empezamos a comprender cuán pocas veces el cine es algo más que eso.” Claro, cómo Tarantino y sus pasiones violentas no iban a estar en sintonía con la memoria y el legado de Kael. Además, Kael se apasionaba por Godard y uno de sus textos más famosos fue sobre Bande à part (aquí Asalto frustrado), justamente la referencia para el nombre -A Band a Part- de la productora que Tarantino fundó junto a Lawrence Bender en 1991, al inicio de su carrera.
En la edición argentina de Kiss Kiss Bang Bang hay un excelente prólogo de Carlos Burone, que entre muchos otros aciertos resume con precisión algunas de las características de la escritura de Kael: “Es probable que el mayor encanto de su actitud crítica resida en el uso inteligente y sistemático del sentido común, empleado como un arma a la que cree mucho más eficaz y demoledora que las argumentaciones intelectuales o las difusas apelaciones a ese filme de arte por el que siente una aversión que se preocupa en hacer muy explícita en cuanta ocasión se le presenta. (...) Esa posición crítica, y el estilo agresivo que maneja, brillan todavía más si arremete contra objetivos mayores y reniega de títulos como El año pasado en Marienbad, El desierto rojo y Blow-Up, o cuando con una sola frase da en el clavo para demoler esa insoportable belleza-de-lo-triste de la que sindica como responsables a Chaplin y Harpo Marx.”. Ah, ¿resulta que usted se resiente con Kael por esto? ¿No quiere leer sus artículos porque a usted le gustan varias películas de Antonioni, Resnais y Chaplin? A mí también me gustan algunas, pero la valoración de un crítico o una crítica no puede basarse meramente en las coincidencias en cuanto a los gustos. El mejor elogio a un crítico o a una crítica podría llegar a ser “me gustó mucho su texto a pesar de estar en desacuerdo con la valoración acerca de la película”, así como nos gustan películas con las que no estamos de acuerdo con su visión del mundo. Continuará.