En este mes que comienza, el 22 de este mes que apenas comienza, es decir el 22 de febrero, es decir el 22 del 2 -los tres patitos-, se cumplirán 125 del nacimiento de Luis Buñuel, a quien hay que recordar siempre, y quizás más aún -más que siempre, qué tontería- cuanto se están por cumplir un siglo y un cuarto de su nacimiento. Qué significativo nacer en 1900 y definir el siglo por explorar y expandir el cine, el arte del siglo XX. Ya viejo, decía Buñuel en Mi último suspiro, el libro que uno debería tener si se pudiera tener un solo libro: “El año pasado calculé que en seis días, es decir, en 144 horas, no había tenido más que tres horas de conversación con mis amigos. El resto del tiempo, soledad, ensoñación, un vaso de agua o un café, el aperitivo dos veces al día, un recuerdo que me sorprende, una imagen que me visita y, luego, una cosa lleva a la otra, y ya es de noche.”
El 31 de diciembre de 2024 un usuario de X -antes Twitter, y antes nada- llamado @neuroblues7 escribió lo siguiente: “Mis amigos nerds en el chat hablando sobre el 2025 por sus propiedades matemáticas
2025 = 45² es un ‘año cuadrado perfecto’.
Está representado por el cuadrado de la suma de todos los dígitos del sistema numérico decimal.
(0 + 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9)² = 2025.
Y representa la suma de los cubos de todos los dígitos del sistema numérico decimal.
(0³ + 1³ + 2³ + 3³ + 4³ + 5³ + 6³ + 7³ + 8³ + 9³) = 2025.” Pienso que estos son los temas que deberíamos tratar con mucha mayor frecuencia, y sigo con otra cosa, un vaso de soda, y pienso en esa cita de Buñuel del párrafo anterior.
Pienso en si el nacimiento de Buñuel un 22/2/1900 le dirá algo a esta gente del año cuadrado perfecto, ojalá que sí. O tal vez les diga algo la idea de cinco cuartos de siglo desde un nacimiento ocurrido en 1900. Buñuel murió en México, en 1983. Murió en la Ciudad de México, que ahora se llama así pero cuando murió Buñuel se llamaba México, Distrito Federal (México, D. F.). El De Efe. Cuando fui por primera vez se llamaba el De Efe. Era lindo decirle el De Efe. Ahora es Ciudad de México, tal vez sea más serio así; me gustaba más el otro nombre, el otro disfraz.. Buñuel vivió las últimas casi cuatro décadas de su vida en México, el país más al norte de la América Latina. La computadora me propone, con un subrayado acanalado, que quite el “la” antes de América Latina. No quiero, tiendo a usar el artículo, y más cuando lo van quitando de todos lados. “No hay en fábrica”, dicen, pero yo no quiero escuchar la ausencia del artículo. Buñuel, el sordo: “No me gustan mucho los ciegos, como a la mayoría de los sordos. Un día, en México, vi a dos ciegos sentados juntos. El uno estaba masturbando al otro. Me sentí un tanto sorprendido por la escena.” Comenta -sí, comentaba- Buñuel que “Me sentía tan poco atraído por la América Latina que siempre decía a mis amigos: ‘Si desaparezco, buscadme en cualquier parte, menos allí.’ Sin embargo, vivo en México desde hace 36 años.” El derecho a contradecirse, propuesto y expuesto con gracia en La maman et la putain de Jean Eustache, que murió antes que Buñuel y nació mucho después que Buñuel. “No me gustan los poseedores de la verdad, quienesquiera que sean. Me aburren y me dan miedo. Yo soy antifanático (fanáticamente).”
A Buñuel le gustaban las ratas, y adoraba los disfraces. Tuvo ratas, y se disfrazó en diversas ocasiones no carnavalescas. Recomendaba salir disfrazado a la calle. Disfrazado de cura, disfrazado de obrero. Él lo había hecho. ¿Tendrá sentido recordar a Buñuel, citarlo una vez más? Mejor no responder, y lo mejor es ni hacerse una pregunta así de banal. Ahí están las películas, ahí están sus palabras en Mi último suspiro, libro que hay que tener cerca siempre, en medio de las más diversas irrelevancias. Un libro que salva, un libro cargado de humor. Buñuel pensaba en su último suspiro y preparaba una broma final, una broma religiosa. Buñuel odiaba la información, pero quería, después de morir, volver al mundo cada diez años para comprar los periódicos, leerlos y volver a la tumba, porque sentía curiosidad por lo que iba a suceder en el mundo. Y decía que antes esa curiosidad no existía, o no era tan pronunciada porque el mundo apenas se movía, apenas cambiaba. Pero a principios de los ochenta del siglo XX claro que las cosas ya no eran como antes. Buñuel murió en 1983 y se levantó entonces de la tumba en 1993, 2003, 2013 y 2023. Tenía razón en su curiosidad.