Una película sobre un accidente en una plataforma petrolera. Caso real. 2010. Golfo de México. El mayor derrame de petróleo en la historia de Estados Unidos. Y de entrada sabemos que el protagonista no murió en el accidente porque lo escuchamos testificando en el juicio posterior. Además, hay detalles técnicos y vocabulario específico que podrían haber arruinado la película. Con estos y otros riesgos al costado del camino, Horizonte profundo sale triunfante. ¿Por qué? Veamos algunos motivos.

1.La película no se estira nunca. De hecho, su duración de 107 minutos está bastante por debajo del promedio actual de más de dos horas de las superproducciones de acción. Entonces, asistimos al accidente y a los intentos de salvación y rescate contados sin vueltas. No hay peligros agregados o situaciones en modo bucle. Entonces, seguimos la acción con interés incluso cuando no entendemos todo lo que puede pasar si la columna tal cae sobre tal torre, o si el gas y el petróleo y el lodo pasan por acá o por allá. La película sabe que tiene que ser económica para no perdernos, para no marearnos, para que sus imágenes sigan teniendo sentido, para que no nos abrume un barullo de acción, explosiones y explicaciones.

2. Para llegar a ese tramo final y no apelar a la pirotecnia de explosiones y peligros a repetición, la película decide confiar en sus personajes, darles tiempo de presentarse, de establecer sus vínculos. Así, la primera secuencia se centra en la vida y el hogar de Mike Williams (Mark Wahlberg), su interacción con su esposa Felicia (Kate Hudson) y su hija. Hay humor, confianza, y la demostración de que Kate Hudson ha madurado muy bien, también como actriz. Para presentar a un personaje interpretado por Kurt Russell las películas lo tienen fácil: lo muestran y en dos planos este animal de cine ya estableció sus coordenadas. Personaje curtido, noble, leal: Mister Jim, alguien en quien su equipo confía, y que puede sostener con hidalguía el riesgo inherente a toda película que dispone un planteo de enfrentamiento con la ambición corporativa. De todos modos, en esto tampoco falla el relato: los ejecutivos de la British Petroleum no son unidimensionales.

3. Hay en esta película, como en Misión rescate (The Martian), orgullo profesional en los trabajadores. La convicción de cumplir la labor con precisión, entereza, dedicación. En Misión rescate todo se potenciaba y se hacía más brillante por la ausencia de villanos (y por una lógica científica con más atractivo cinematográfico). Aquí los hay, lo que reduce el alcance de la lógica y el orgullo profesionales. Pero de todos modos estamos ante una película que entendió algunas de las enseñanzas de Howard Hawks.

4. Y hablando de Hawks, el director Peter Berg -que ya tenía una carrera como actor al momento de hacer su ópera prima- sigue los pasos del maestro en otro aspecto. Salvando las distancias -cosa obvia al comparar a alguien con uno de los grandes maestros del Hollywood clásico- Berg también está haciendo una carrera multigénero, yendo con asombrosa facilidad de la comedia a la acción y a otros géneros, con temas diversos y combinaciones extrañas. Tal vez en ese sentido sea más claro citar algunos ejemplos: la lograda mezcla de humor y película de súper héroe no convencional de Hancock. Y la ferocidad muy bien llevada de una ópera prima hecha para llamar la atención -pero con sustento- Malos pensamientos (Very Bad Things). A casi 20 años de esa película con Cameron Díaz y Christian Slater, Berg se confirma como un trabajador destacado de Hollywood.

5. Horizonte profundo es una de esas raras películas de gran presupuesto que no quiere destacar por ser la más explosiva, ni por mostrar más petróleo en una secuencia, ni por algún otro motivo irrelevante y patotero. Aquí hay confianza en una tradición narrativa y en las capas y capas de enseñanza de un género, y sobre esas bases se depositan los millones invertidos.