Opina Deporte

En el país endeudado y en ruinas que nos dejan, el fútbol no podía ser la excepción. En semanas más (o tal vez días) sabremos si el campeonato local se paraliza o no.

Los homenajes del fin de semana al Tata José Luis Brown emocionaron al público futbolero. Cuando cada uno de los capitanes de los capitanes mordía la camiseta y ponía su pulgar dentro del agujero como recordatorio de aquel gesto de resistencia de Brown en la final del Mundial de México, el fútbol dejaba lugar a la memoria y la memoria traía la dignidad de un hombre que sufría pero jugaba.

Un domingo de cierre con esperanzas. Y no sólo por el medallero de los Juegos Panamericanos Lima 2019. Si bien no es menor el detalle de “la mayor cantidad de medallas en Panamericanos disputados fuera de la Argentina”, lo cierto es que el deporte argentino generó nuevamente el atractivo emocional necesario para que millones de personas que siguieron los Juegos por TV realcen el valor del colectivo deportivo y dejen de pensar un rato en la maldita mercantilización de las actividades deportivas que tanto daño nos hace.

Aún no trascendieron las declaraciones de Facundo Campazzo, el extraordinario jugador de la Selección argentina de básquetbol que ya tiene la medalla dorada lograda en Perú. Después de la victoria ante Puerto Rico en la final, cuando el lunes comenzaba y los medios no registran demasiado, largó unas declaraciones no tan medidas ni exquisitas para el paladar resultadista: “hay que agradecer a Sergio (por el DT Hernández) que nos deja jugar con alegría, que nos pide que juguemos como jugamos en los clubes. Cuando estoy con una sonrisa en la cancha es cuando las cosas mejor salen”.

Sí, ya sabemos que no es una comparación de la actualidad. Boca es equipo de Superliga y el Celeste de la Primera B Nacional.

Ahogado por el silencio o la minucia de los medios, la vida del boxeador santafesino Hugo Santillán cuelga de un hilo en estos momentos.

En algún libro sobre deportes lo habrás leído: “lo importante es competir”.

La regla 12 “Faltas e incorrecciones” del reglamento de juego del fútbol es muy clara. Sanciona con un tiro libre directo o un penal (si la falta se comete dentro del área) a quien empuja a un adversario o realiza una entrada contra un adversario. 

Con la Argentina vencedora o perdedora, el artículo tiene sentido. O uno cree que lo tiene. Todos somos hinchas de la Selección Nacional es un slogan oportunista que las marcas comerciales esgrimen cada dos o cuatro años en extensas campañas televisivas, por la redes o en los afiches acosadores que sólo buscan…nuestro dinero.

Si algún observador del deporte argentino o del periodismo argentino se hubiese dado una vuelta por el Aeropuerto Internacional de Ezeiza el pasado viernes habría llegado a esta conclusión: “aquí no importan los resultados, aquí sí que se aprecia el deporte por el sólo hecho de competir”.