Opina Deporte

¿Qué pensarán los futbolistas de los periodistas gritones y violentos como Horacio Pagani? ¿Y de aquellos que en el programa Fútbol al Horno de canal 26 desparraman sus instintos y practican simulados gritos de guerra bajo la conducción de Flavio Azzaro?

 

Hay quienes se desviven por patentar “la frase”. Vamos a hablar de una. Que puede pasar inadvertida para la mayoría de los periodistas deportivos de hoy. Pertenece a Guillermo Madero, Director de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos, a quien un grupo de legisladores invitó a exponer la semana pasada en el Congreso en el marco por el debate de la llamada Ley Anti-barras.

La teoría, o mejor dicho parte de la teoría, le pertenece al campeón del mundo 1978 Leopoldo Jacinto Luque. La semana pasada, luego de los doloridos partidos de la Selección Nacional (con Messi y sin Messi) Luque reflexionó como para que escuchemos todos, incluido el señor seleccionador Scaloni y el señor director de selecciones nacionales, Menotti.

Los hinchas, siempre los hinchas.

Los días de Defensa y Justicia en el sueño del campeonato no han terminado. Una derrota ante Patronato no borrará lo realizado a lo largo de un torneo que se acordará del equipo de Florencio Varela, mucho, poquito o nada, campaña que aportará un punto más para quienes construimos los (afiebrados o no) ensayos sobre “jugar bien te lleva hasta las estrellas”.

Las florerías agotan sus rosas rojas y blancas, los locales de chocolates arman promociones especiales y los shoppings lanzan descuentos asombrosos. Es el Día de la Mujer y las ventas de regalos para ellas aumentan… ¿Es este el verdadero espíritu del 8 de marzo?

El sincericidio, instrumento confesional del ser humano, que en la Argentina tuvo una de sus mayores expresiones cuando el burócrata sindical de la derecha Luis Barrionuevo dijo en los noventa que “tenemos que dejar de robar dos años”, pegó un salto hacia lo deportivo pocos días atrás. El ex presidente de San Lorenzo, Fernando Miele, confesó en Radio Mitre que “Después de que me fui, hubo 12 años desastrosos en San Lorenzo. Es una forma de decir, pero diría que me arrepiento de no haber robado plata en San Lorenzo, fui muy honesto”.

En su afán de encontrar explicaciones “de apuro” los periodistas deportivos suelen recurrir a los viejos vicios de la prensa del siglo XX.

Con las disculpas del caso y el vislumbre de lo bien que defendería el negro Fontanarrosa este título (ya saben ustedes cuando en el Congreso de la Lengua en Rosario el Negro dijo: Hay palabras de las denominadas malas palabras que son irreemplazables, por sonoridad, por fuerza y por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o sonsa que es un pelotudo”), pero esta vez no tenemos opción.

De las tantas angustias que nos sofocan en estos tiempos, la multifacética corrupción asoma como aquellos muñecos de los locales-fichines,  por los sitios más inesperados de la vida cotidiana. Para estos días, diversas noticias de asuntos turbios en los tribunales de Comodoro Py se sumaron a las novedades que, al fin, la prensa deportiva  exhibía sobre chanchadas en el deporte nacional. Desde las acusaciones de partidos arreglados en el tenis, las colocaciones a dedo de árbitros para los partidos de la Superliga hasta la ejecución del más abundante de los asuntos corruptos que se dan en esta vida y a los que el periodismo  ignora expresamente: el robo de los salarios, contribuciones, impuestos e indemnizaciones relacionadas con el campo laboral.