Opina Deporte

Las siempre mudas estadísticas llegaron a fin de abril para traernos una noticia intrascendente; que ni es noticia, y tal vez ni siquiera sea estadística. Resulta que los medios de hoy reflejan, con narrativa exultante y pretensiones académicas que Messi ha llegado a los 1.000 goles en su carrera. Lanzados a una competencia de explicaciones, ya andan por ahí peleándose entre ellos los señores de las estadísticas.

El reto es enorme en estos momentos: desmontar el andamiaje machista que lleva adelante su dominación gracias a los medios. O a gran parte de ellos.

¿Será el próximo campeón? ¿El subcampeón? ¿El tercero?

La zoncera que usted aprecia, con la leyenda “Apareció la pelota del penal de Wanchope”, puede que le despierte una sonrisa.

La reputación de los jugadores de nuestra Selección – menos uno- y la del entrenador anda por los suelos.

El periodismo presentó la muerte de René Houseman de todas las maneras posibles, menos una.

Un presidente llega al vestuario de su equipo después de una derrota muy seria de los suyos; increpa a los jugadores, procede como un barrabrava, exige determinados comportamientos en la cancha y resultados. Amenaza con despidos.

Dice el artículo 14 bis de la Constitución Nacional: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador:…igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección…”

“La miseria de TyC, la censura de Clarín”, así ha titulado la revista Cítrica, el único medio de comunicación que denunció el despótico e ilegal accionar de los monopolios, que la semana pasada solicitaron la baja de las transmisiones en streaming de varios partidos del ascenso.

¿Tiene razón Marcelo Tinelli cuando señala que el fútbol argentino es manejado por Boca?