Opina Deporte

Parecía la nota sensación del año. Terminó en la nota bochorno del año.

¿Debe ser incluida la cobertura periodística del casamiento de un futbolista en la sección Deportes? ¿Se deben ocupar de estos asuntos los periodistas deportivos?

A unos cuantos personajes de Boca les cuesta tanto disfrutar que prefieren trasladar sus angustias a quienes desde afuera saben de sus festejos. Y maldicen. ¿qué les pasa a algunos protagonistas del Mundo Boca que no pueden celebrar sin quejas, lamentos o miradas hacia otros equipos?

Quienes de un lado o de otro manejan los piolines del fútbol en la Argentina compiten entre quienes hacen las cosas peor que el otro.

Ocurrió apenas empezaba el día del periodista. Nunca mejor. Esa mañana del 7 de junio, el periodista de Clarín Horacio Convertini, nos conquistó con su columna crítica sobre nuestra querida profesión dedicando unos párrafos a la raza complicada de los neo-relatores de fútbol.

La lucha por la independencia comunicacional sufrió una derrota más este fin de semana cuando miles de periodistas deportivos que colman el país dedicaron montañas de horas de sus vidas frente al micrófono y la pantalla a la final de la Champions League.

Yo me endeudo y ustedes pagan no sólo es el lema de este gobierno nacional. También es la marca registrada de la nueva conducción de AFA que tiene como líderes a Claudio Tapia y al socio del presidente Macri, Daniel Angelici.

Si la prensa deportiva argentina tuviese fervor por la investigación (tema del que ya hemos hablado más de una vez), los escándalos de las coimas y propinas del presidente Temer y de la ultracorrupta empresa Odebrecht, entusiasmarían para dar con la identidad de los libertinos y pervertidos personajes de nuestro fútbol que deberían estar tras las rejas.

Dicen que la frase del título le pertenece a Pacho Maturana, aquel entrenador de la selección de Colombia en los 90, que supo contagiar una filosofía de toque y velocidad sobre la cancha que luego se rebautizaría como el Tiki-Tiki.

Los límites del descalabro verbal en el periodismo deportivo casi no existen. Pero ahora, esa extraña costumbre de sembrar amarillismo y llevar todo hacia la locura, también penetra dentro de las afiebradas mentes de la prensa gráfica.