De las pestes periodísticas que surcan los mares en estos últimos meses, la del “vale todo” es una de las más enfermizas.

Para colmo de males a todo este grupo de adulterados cronistas les llegó, una semana atrás, la frase del Cholo desde España en la previa del partido Atlético de Madrid-Leipzig: “… y mañana entender que no es importante ganar, sino es lo único que hay".

El Simeone de esta década, se convirtió en la versión grotesca de un Bilardo que llegó a extremos que parecían inalcanzables: consumar en una cancha la práctica delicitiva del bidón envenenado.

Simeone aún no tiene bidón. Pero puede ir en ese camino, si no aprende las lecciones.

Lecciones que deberían llegarle, en primer lugar, desde la prensa.

Claro, por un momento Simeone gozará de los servicios y la incontinencia verbal de quienes se suman, en los medios, a esta singular enfermedad. 

Unos días después, el triunfo del Bayern ante Barcelona (8-2) desencadenó la otra parte del mal. La cruzada anti Messi, anti Barcelona, con la ayuda de aquel sector de la prensa española que tiene el pésimo gusto de convertir los resultados deportivos en tragedias de vida. Como pasa aquí con los anti-cuarentena, cuando las cámaras de TV multiplican por millones a estos insensatos cuando no son más que un puñado de irresponsables que no entienden nada de la vida.

Un encolerizado fanático del Barcelona (uno solo) le gritaba al ómnibus del plantel azulgrana al llegar a la sede del club después de la goleada:“ Fuera mercenarios”. Por suerte, llevaba barbijo.

Y aquí, menos mal que el redactor de Infobae alcanzó a poner en el texto de la nota: un grupo reducido de simpatizantes que señalaron a los micros, insultaron a los protagonistas e instalaron tres pancartas con duros mensajes tras la eliminación en manos del Bayern Múnich en los cuartos de final. “Directiva y jugadores, la vergüenza de 121 años de historia”, citó uno de los carteles que se pudieron ver en las afueras del búnker barcelonista”.

Su editor en cambio, atrapado por los dulces del sensacionalismo amarillo-amarillo borró las palabras reducido grupo y sentenció: “fanáticos del Barcelona recibieron al equipocon insultos y duros mensajes tras la eliminación”. Para engañar a incautos, para lograr un clic más, para hacer periodismo de cuarta.  

Desde ya, quienes hace tiempo anunciaron su adhesión al simeonismo, Gustavo López y Martín Liberman, se frotaron las manos. A la carga contra Messi y el Barcelona dijo López: “Con tal de chuparle las medias a Messi a ver si `pueden conseguir un viaje a Barcelona, una entrada cerca del palco, un reportaje, un autógrafo. Basta de chupamedias, hay que hacer periodismo muchachos, sino retírense. Hay que decir la verdad, este equipo es un desastre. Messi es un irresponsable que el otro día lesionado jugó 45 minutos y hoy cuando se encula mira para abajo y no reacciona". Los destinatarios, los periodistas defensores de Messi.

La historia seguirá mostrando triunfos, derrotas, empates, copas, descensos. Irán entendiendo, o no, que lo más bello es lo que se registra en la memoria de las multitudes, el buen juego. Los números, las estadísticas, como el dinero, las billeteras, y las cuentas off shore, no te acompañan en el cajón.

Ya se sabe. No es un comportamiento nuevo. Lo sufrimos y lo hicimos en los tiempos de analfabetismo periodístico, cuando creíamos que el carnet de periodista, el escribir un artículo o tomar un micrófono nos daba la condición de sabelotodos y puritanos.

Hasta que llegó la verdad.