En este cambalache de ideas que pretenden imponer  los medios hegemónicos en el mundo, hay espacio también para el deporte y el periodismo deportivo.

Dos cuestiones saltaron sobre la mesa de los debates en las últimas horas. Meritocracia y evasiòn impositiva. La opinión de Gabriel Batistuta en las redes sociales, al parecer cuestionando las posiciones que alertan sobre el adefesio de “la meritocracia” y la entrega (en píldoritas) de una serie de documentos sobre lavado de dinero y paraísos fiscales de un grupo de cuatrocientos periodistas de diversos países en la llamada investigación de los FinCen Files, entre los cuales apareció el nombre de un dirigente de San Lorenzo.

Vamos a la primera. Batistuta dijo: “Se me viene a la mente una pregunta? Mis padres me criaron en una casa de 5 x 3 metros, trabajando, estudiando, confiando en la justicia, me dieron un hogar más amplio. Yo continue sus ejemplos sacrificándome y respetando al prójimo. ¿ Fui un idiota por respetar estos ideales?”

Y ahora la segunda: los documentos que publicaron, entre otros el diario La Nación en la Argentina, se refieren a algunas cuentas bancarias que se usaron para mandar dólares al exterior y recluirlos en empresas off shore, sin declararlas aquí en el país, y así evadir impuestos. A la cabeza de los nombres argentinos que se conocieron, el diario puso el de Marcelo Tinelli, presidente de San Lorenzo. En su descargo voceros del dirigente indicaron que se trató de dinero que en 2016 retornó al país por la llamada Ley de Blanqueo de Macri.

Cada una de estas cuestiones debió desatar en la prensa deportiva nacional ya sea una investigación que desmintiera los dichos o una investigación complementaria que explicase las conductas transgresoras y sus motivaciones.

Batistuta, por ejemplo, decirle que está todo bien con su bonito discurso, pero que no olvide la denuncia que le hizo la DGI por evasión de impuesto a las ganancias de su pase de Boca a Fiorentina y que si bien en la causa fue sobreseido, ello ocurrió porque lo benefició una nueva ley tributaria que impedía la prosecución de causas en fraudes menores a 100.000 dólares en un período fiscal. Los clubes, con la anuencia del jugador, habían aceptado que la transferencia se registrarse por 1.800.000 dólares cuando la DGI había comprobado que el verdadero monto había sido de 3.300.000 dólares.

El caso Batistuta se emparenta con el caso Tinelli, ya que ahora ciertos “diarios serios y éticos” pretenden levantar el dedito moralista, cuando nada dijeron con aquella Ley 27.260 que en 2016 impulsó el gobierno de Macri y permitió que algunas fortunas, lograsen el perdón penal si traían parte de su dinero al país. O sea, aplauso para quienes habían evadido… y luego consecuente olvido.

Esto nos pasa porque las cosas no se investigan a tiempo, cuando los hechos ocurren. De lo contrario  mucho mejor le iría al presupuesto del país y más beneficios tendrían los sectores olvidados. El ámbito de los deportistas y los negocios que genera el fútbol, la televisación, y el comercio deportivo, no escapa a una realidad argentina donde los escándalos económicos, por escandalosos montos, los cometen quienes más tienen.

Si la gran prensa se ocupase, otro destino –más saludable- tendría la Argentina.

Pero esto es pedirle aceite a las piedras.