Ha sido la gran noticia del periodismo deportivo: Angela Lerena será la primera mujer que comentará por televisión, en la Argentina, un partido de la Selección Nacional. 

Ojalá Angela quede para siempre y esta noticia no sea golondrina de una sola primavera. 

Y sea la primera de decenas de compañeras periodistas que comentan, relatan e informan, con una  calidad indestructible que sepulta el horror periodístico que sembraron Macaya Márquez, Fernando Niembro, Marcelo Araujo y Mauro Viale y decenas más.

¿Quieren más nombres para llamar? Ahí tienen a Viviana Vila, platense,  comentarista en radio Nacional con Víctor Hugo. O la salteña Daniela Arjona, o Verónica Brunati…

El tratamiento injusto, indebido e ilegal de tantas décadas, de postergación y tratamiento inequitativo contra las mujeres es y ha sido materia de todos los días en los medios. 

Que, al menos, algunas señales alentadoras vengan desde los medios estatales equivalen a una verde esperanza, feminista y reparador, al que debe aplicársele una velocidad supersónica.

No sólo en las transmisiones de fútbol. En todos los deportes y en todos los rubros de la vida periodística, como de la vida misma.

Esta columna no es para hablar de Angela, a quien conocemos y sabemos de su capacidad profesional y política para que miles la tomemos de ejemplo.

Se trata de hablar de las mujeres no tenidas en cuenta en las redacciones, porque es un asunto serio. Basta mirar las cúpulas lujosas de la mayoría de los medios, o los espacios que les brindan en radio y televisión para comprender que el machismo enceguecido se aferra a sus espacios de poder con violencias de todo tipo.

Siempre recordaremos a las pioneras. De Carolina Muzzili en adelante, pasando por Enriqueta Muñiz, la historia de las mujeres periodistas debe instalarse con más páginas que las de los periodistas varones.

Nuestra querida Facultad de Periodismo en La Plata, donde desde hace muchos años la conducción está en manos de mujeres, tiene centenares de chicas que han estudiado periodismo deportivo y dan batalla en medios pequeños, medianos, cooperativos, locales, para ocupar lugares que el sistema les niega.

Son ellas las que esperan. Son ellas quienes merecen la oportunidad, Y son ellas quienes respiran, a partir de hoy, un poquito más tranquilas, a sabiendas que los nuevos tiempos tienen que ver con un estado que al fin se da cuenta de que para transformar el mundo primero hay que entenderlo. Entender qué pasó con tanto mal periodismo, es entender cuanto mal hizo y hace el machismo. Ahora son ellas, quienes en la calle gritan “seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y completamente libres” las que este jueves a la noche, estarán con doble sonrisa mirando a la Selección. Mientras preparan la próxima lucha.