Las cosas en este país siempre han sido cuesta arriba. Especialmente cuando desde los gobiernos que intentan ponerse del lado de quienes menos tienen, se hacen algunas cosas bien. El regreso de “Fútbol para Todos”, o se llame como se llame ahora, y aunque al menos se trate de dos partidos por semana, representa un escalón subido, en esa voluminosa trepada que significa otorgar derechos.

Ya está. Primera pulseada, primer triunfo.

Quienes no sufren privaciones jamás entenderán lo que significa no gozar de algunos derechos porque el dinero no alcanza. Así fue como nunca comprendieron que el acceso gratuito a la televisación de partidos de fútbol forma parte del acceso libre a la información, del acceso al entretenimiento, del acceso al descanso y al ocio.

Por eso la valiosa conquista – que debería extenderse a otros campos de la comunicación – no es un tema menor en estos tiempos de pandemia y de injusticias sociales agravadas por el derrumbe económico mundial.

El presidente de las argentinas y los argentinos ha utilizado una invalorable referencia al periodismo deportivo hace unos días en México. En su conferencia de prensa junto a  AMLO , Alberto señaló: "…yo por momentos discuto con periodistas argentinos, muchas veces y le digo que el periodista es como el plateísta que está en la tribuna mirando el partido de fútbol, sabe lo que tiene que hacer el arquero, cómo tiene que cabecear el nueve, cómo mandar al centro, pero nunca jugó un partido de fútbol; analizar desde la platea es una cosa muy simple, jugar el partido es otra cosa”.

Tamaña verdad. El periodismo deportivo en general fue así gran parte de su vida. Malcriados por el oro y las luces de neón que embrutecieron a esta profesión, los periodistas se creyeron más importantes que los deportistas, empezaron a ganar más dinero que ellos y sus rostros empezaron a ocupar más espacio en las pantallas que los goleadores y los sufridos atletas que lograban una marca excepcional. Consecuencias: la calidad del periodismo empeoró, y en la tele los sabihondos gritan, insultan y se burlan de los futbolistas. 

Por eso en años no reclamaron jamás por el acceso gratuito al deporte televisado. No les interesó nunca la defensa del acceso gratuito a los servicios de comunicación, incluyendo internet, que algún día la humanidad debe lograr. 

Hay mucho por qué luchar en los próximos años y en las próximas décadas. La Argentina había dado un paso enorme en el período 2008-2015 en materia de acceso a un paquete de derechos. Esta pequeñísima reconquista, hoy nos pone contentos. Sin olvidar que donde haya que pisar callos hay que pisar callos, para que los pueblos tengan todo lo que merecen tener.