La solitaria campaña que unos pocos periodistas mantenemos desde hace dos décadas para que la prensa deje de ubicar a la llamada UFC como actividad deportiva y la coloque entre las actividades delincuenciales, recibió estas semanas dos fundamentos más.

Un insoportable artículo de Infobae en su sección deportes del lunes 15 de marzo, comentando la supuesta pelea entre  Leon Edwards y Belal Muhammad, fue titulado de esta manera “Un piquete de ojos obligó a suspender una pelea de UFC y abrió el debate sobre un histórico cambio de reglamento”

¿Histórico debate?

¿A quién se le ocurre que ponerse a discutir sobre el largo de los dedos en un guante de este sangriento y vil quehacer puede ser calificado de histórico debate?

La ausencia de raciocinio en la prensa deportiva es alarmante. Tanto que no aparece una voz en los medios que tienen más lectores y más seguidores (obviamente son los medios a los que lo único que les interesa es recaudar dinero y jamás le simportó el deporte y mucho menos la salud) para decir lo que hay que decir de esto que pretenden denominar “artes  marciales mixtas”. Nunca debió ser considerado deporte. Nunca debió habitar las páginas deportivas de los medios. Nunca debimos admitir que un regreso a la barbarie sea comercializado por canales de TV por cable que se llaman deportivos. 

Es hora de frenar esta vergüenza mundial que no tiene otro nombre que crímenes.

Tolerar esto es el paso previo a llamar deporte al cruce cuchilleros, y de ahí al torneo de escopetazos.

Este marzo además vino con refrescantes textos para quienes empiezan a cursar periodismo deportivo en facultades y escuelas. Miren este regalito de La Nación el pasado fin de semana al comentar el debut del argentino Marcelo Pitbull Rojo en Las Vegas:

Rojo, de 32 años, sostuvo la pelea con intercambio de golpes durante los dos primeros asaltos, pero en el último fue superado por Jourdain que mostró más recursos y fue más certero. En el último tramo de la pelea, el peleador de Río Cuarto cayó dos veces y en el suelo recibió un duro castigo del canadiense. Tras el combate, el cordobés subió distintos posteos a sus redes sociales en Twitter e Instagram, en los que mostró los daños que le dejó la batalla: “Estoy bien, gracias a todos por preocuparse. Estoy bien. Es normal en esto. Encima que me pegan, me pagan menos. Cosas que pasan muchachos. Qué fuerte que pega ese hijo de su p.. madre”.

Estas joyas de redacción y ternura en las declaraciones que ilustran esta columna no merecen otra cosa que el repudio. Ya basta de este seguimiento absurdo a la prensa estadounidense y europea que nos metió esta porquería a fines de los 90. No hay razón alguna para que en pleno siglo XXI, cuando damos batallas para mejorar a la humanidad, una sarta de negociantes del tráfico de personas celebren negocios de esta manera.

No vamos a parar un segundo en esta campaña, cueste la soledad que cueste.