Al amparo de las más odiosas consignas individualistas, el credo del “yo me salvo…” se repite – salvo excepciones- en las aristocráticas oficinas y viviendas de los que más tienen. O en los recién enriquecidos.

El fútbol, juego de valores solidarios, se contamina cuando estos señores pretenden que las voluntades de las mayorías se subordinen a sus ambiciosos deseos. La codicia los obnubila.

El sopor del dinero anda suelto por el mundo y mientras millones dan ejemplo de solidaridad, las minorías del privilegio buscan negocios en uno de los peores momentos del planeta.

Casi al mismo tiempo en que Carlos Tévez, el ex jugador del pueblo, presentaba un recurso de amparo ante la Justicia para evitar el pago a las grandes fortunas que le corresponde por tener un patrimonio superior a los 200 millones de pesos, una docena de clubes de los llamados superpoderosos de Europa, sacaban un comunicado que anunciaba la creación de una Superliga (veinte equipos que inventan un torneo entre ellos dejando afuera al resto de clubes de Europa).

¿Cuál ha sido la reacción del periodismo europeo frente a este intento de secesión?

El Daily Mail de Inglaterra tituló “Los Seis Sinvergüenzas”, mientras mostraba los rostros de los seis propietarios de los equipos ingleses que participaban de ese complot de los ricos: tres son estadounidenses (Manchester United, Liverpool, Arsenal), uno ruso (Chelsea), un emiratí (Manchester City) y un británico (Daniel Levy, del Tottenham). Otros medios, decenas de periodistas y muchos ex jugadores arremeten en estas horas frente al engendro. 

Así como Tévez – influenciado por los mismos  pensamientos egoístas que pretenden la privatización de las vacunas- cree que él se hizo rico por una varita mágica, olvidando que para llegar a donde llegó hubo miles de futbolistas que participaron de sus partidos, gente que pagó una entrada, obreros que construyeron estadios y cancheros que le regaron el pasto para que él juegue, los 12 clubes europeos ignoran sus orígenes en pequeñas ciudades o grandes capitales cuando el esfuerzo de formar un club tenía como máximo sueño el beneficio de comunidades y sociedades, nunca el “sálvese quien pueda”.

Esa Superliga europea, comandada por Florentino Pérez del Real Madrid, secundado por Agnelli de Juventus y Glazer del Manchester United, se frota las manos frente al botín: 3.525 millones de euros. 350 para seis clubes, 225 para cuatro, 112′5 para dos y 100 para tres clubes. El ganador recibiría algo más de 250 millones de euros, más del doble de lo que cobra el ganador de la actual Champions League.

Dependerá de nuestra prensa y la prensa del mundo que semejante desprecio a los demás tenga un límite. En Tévez, la Justicia. En los europeos, la acción de los otros clubes y dirigentes que deben perderles el miedo.

La memoria de los pueblos, sabrá castigarlos.