A treinta años de la Declaración de Windhoek (por ella las Naciones Unidas consagran el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa), aún quedan periodistas que rebuznan un concepto elitista: la libertad de prensa es para los medios de comunicación y para quienes llevan el mote de periodistas.

Nada más estúpido en estos tiempos. El reciente caso del enojo, sin sentido y sin inteligencia, de uno de los conductores que trabaja en ESPN Gustavo López, molesto porque algunos futbolistas dieron entrevistas al streamer español Ibai Llanos, desata las siguientes preguntas.

¿Tienen los y las periodistas más derechos que cualquier otro ciudadano para reclamar u obtener entrevistas de los protagonistas?

No. El derecho humano a tres libertades ( la libertad de expresión, el libre acceso a la información y la libertad para investigar) marcan la columna vertebral del artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que ya lleva 72 años iluminándonos y lo hace para todas y todos. No para un puñado de habitantes de este planeta que trabajamos de periodistas.

¿La libertad de prensa significa que quienes ejercen la tarea periodística deben tener ventajas o privilegios en esta materia?
De ninguna manera. La democratización que asomó desde la llegada de Internet no es otra cosa que la democratización que siempre se reclamó en los tiempos de la imprenta, el papel periódico y la concentración del poder de las radios y la televisión.

Antes, pedíamos por más espacio para los lectores en los diarios, en los periódicos, en las pantallas, en los programas. Antes exigíamos el derecho a réplica. Antes, pintábamos en las paredes y voceábamos en los volantes y panfletos. Hoy además de todo ello, construimos noticias en las redes sociales y nos abrimos lugar, a los codazos, en Internet.

Hoy tienen tanto derecho a opinar los multimillonarios propietarios de cadenas de medios como la más sencilla, o el más humilde ser, que se ponga a construir un medio alternativo en la web.

Durante siglos el poder del dinero mantuvo el monopolio y la administración de las vías de comunicación. En estos tiempos, ese dominio se mantiene, pero sus debilidades se exhiben en la medida que los pueblos adquieren fortaleza para derrumbar mentiras y prerrogativas.

Mucha inmunidad por años y años convirtieron a los propietarios de los medios y a unos cuantos periodistas en supremos manipuladores de la verdad. Miles fueron estrellas; a unos cuántos se les cayó la máscara.

Si el Kun Agüero, Messi, Dybala y otras figuras otorgan entrevistas a esta momentánea celebridad de Internet, ningún periodista debe enloquecer como López. Preocupense por brindar mejores notas, por hallar a los miles de deportistas que tienen cosas más importantes para decir, por descubrir las historias jamás contadas del deporte y la vida.

La defensa de la libertad de prensa, que no es otra cosa que la libertad de expresión, debería celebrarse este 3 de mayo con una mejor búsqueda y distribución de información seria, responsable y en defensa de los Derechos Humanos.

No se trata de levantar la voz una vez por año. Hay que darles voz a quienes nunca tuvieron voz.