“El fútbol no es la vida ni la patria ni la bandera ni los amigos ni la madre. El fútbol es un deporte en el que se debe ganar o perder con dignidad". El autor de esta sencilla frase que muy pocos pronuncian así o de otra manera, fue el jugador más noble y más digno que ha dado el fútbol argentino. Jorge “El Lobo” Carrascosa, capitán del Huracán maravilla de 1973 y de la Selección Nacional hasta su renuncia en enero de 1978.

En estas horas de inmensa borrachera blanquiceleste cuando la prensa deportiva se agiganta cuál si hubieran sido ellos (o ellas) quienes pisaron el verde césped del Maracaná el pasado sábado, conviene repasar historias que nos lleven al destino de un deporte mejor, en el marco de un mundo mejor.

La Selección Nacional ganó un título merecido cuya foto emblemática debería ser el abrazo y la sonrisa que intercambiaron Neymar y Messi. Campeón y subcampeón. Alegría y alegría a la hora de jugar.

Nunca puede ser la imagen emblemática ni el video del Dibu Martínez haciéndose el falso macho con los pateadores de penales de Colombia, ni adquieren valor en la historia los gestos sexuales de un arquero argentino que debería releer siempre la palabra humildad. No contento con su descompostura de la noche de los penales, volvió a repetir la acción en la entrega de la Copa. 

Pocos periodistas se animaron a señalarle al arquero argentino que esas cosas no sirven para formar mejores jugadores. 

Para esta tarea casi no tenemos periodistas. Los tenemos para ser pedantes, sabelotodos truchos, reclamantes seriales contra Di María o Messi (ahora escondidos), o amargados examinadores de entrenadores y deportistas bajo la fórmula “tienen que ganar todo, todos los días”.

Si algo ha quedado en el balance de la relación futbolistas-periodistas en estas últimas semanas es que los jugadores celebraron con un canto y a los saltos, contra “los putos periodistas”.

Muchos menos fueron los periodistas deportivos que se animaron a decirle, a todo el plantel, que ya basta de provocaciones a Brasil y a los brasileros en los cantos de celebración de aquel sábado. El disfrute de una victoria deportiva, no puede convertirse en una diminuta señal de instigación a la violencia.

Por eso Dibu y compañeros ahora es el momento de pedir disculpas. Ello hará enormes sus nombres.

"Si pudiera disculparme, viajar atrás y cambiar la historia, lo haría", dijo cierta vez Maradona (no siempre) sobre aquel gol a los ingleses con la mano. 

Y era Maradona. Miren si los once de la hazaña en el Maracaná lo imitasen.

O se mirasen en el enorme espejo del Lobo Carrascosa.