Dentro de unas horas el mundo observará al mundo deportivo con muchos ojos y muy distintos a los de cinco años atrás. Para los escasos periodistas que viajarán a Tokio, la tarea será difícil porque nunca hubo tan breve cantidad de acreditados en la competición más esperada del planeta.

De hecho, grupos mediáticos como el español Marca, que a los Juegos de Río llevó 200 trabajadores.as de prensa, para Japón sólo acreditó 30.

Todos en las implacables burbujas y a sabiendas de que, ante la menor transgresión a los protocolos, serán expulsados.

Pandemia, reporteros alojados en las lejanías de la Villa Olímpica, falta de contacto con muchos deportistas – por las restricciones de contacto – y sin las masas en las tribunas alentando o esperando ver caer un récord, los Juegos que arrancan este 21 de julio nos dejarán otra gran lección de periodismo y redes sociales.

Quizás tengamos que estar más atentos a las propias narraciones de los protagonistas, quienes ya desde hace unos días, apuestan a mandar fotos y comentarios sobre las circunstancias de un encierro y preparación que nunca se han visto.

El deporte militante, ese que siempre está presente en los Juegos, no faltará. Bien o mal, de un lado y otro del posicionamiento social (con los ricos o con los pobres) miles de competidores/as hablarán con sus palabras o con sus silencios o con sus emblemas, de aquello que sucede en cada rincón del mundo y que no es más que la expresión de un planeta de explotadores y explotados, de tiranos y democracias.

Y el tema Covid, por supuesto.

Desde el mismo inicio este miércoles, con el softbol y el fútbol femenino, se verán (si el periodismo logra mostrarlo) qué pasó en cada pueblo, con cada gobierno, en cada delegación, con el cuidado de su gente, las vacunas, los negacionistas, los anti-medidas preventivas. Todo podrá aflorar, incluyendo lo hecho por el país anfitrión…si las y los periodistas lo saben contar.

¿Podrá la TV pública superar con talento, buenos y buenas periodistas, y un decidido conocimiento geopolítico y deportivo contarle a un país de qué se trata cada minuto de esta mega actividad?

¿O se quedará en el remedo del canal privado (TyC) que llena de datos la pantalla pero se olvida del contenido social que encierra cada deportista, cada entrenador/a, cada protagonista, cada país?

Seguramente tendremos a la carroña periodística de siempre esperando contar los deportistas cubanos que pueden desertar, sin explicarle a cada lector o televidente de qué se trata el criminal bloqueo estadounidense a la isla que también atormenta al deporte cubano. Así, la selección cubana de fútbol no pudo viajar a Estados Unidos hace unas semanas a prepararse por negación de visados. Quedó varada en Nicaragua a la espera de jugar un partido eliminatorio contra Guayana Francesa por la Copa de Oro de la CONCACAF. 

También habrá muchos campeones de la meritocracia, aguardando para hablar sólo de los medallistas olvidándose de la inmensa mayoría de atletas que partió para Tokio con el único sueño de competir y esperar que miren a su país, al menos, con los ojos de un curioso que pregunta ¿dónde queda?

Deportistas del mundo, periodistas del mundo, hasta el 8 de agosto, los estaremos mirando ansiosamente. A la espera de transformaciones y gestos (y también de buenas competencias) para el bien de la humanidad.